sábado, 30 de mayo de 2015

Caballo de TRoya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 69 )

El suegro del sumo sacerdote , que fue el único que permaneció sentado y en silencio , solicitó calma . Y cuando el último de los sanedritas había obedecido la orden de Anás  , éste se dirigió al alterado Consejo sugeriendo que se buscaran nuevas acusaciones . Especialmente , cargos  que pudieran comprometer al Nazareno  frente a las autoridades  romanas .Con una inteligencia mucho más sutil que la del resto de los allí congregados , el veterano ex sumo sacerdote les dio a entender que aquellas alegaciones podían no satisfacer a Poncio Pilato .
Pero los sacerdotes , con Caifás  a la cabeza  , se opusieron  rotundamente . Y durante un buen rato , los jefes del Templo , escribas y fariseos discutieron acaloradamente , pisándose las palabras unos a otros . De aquella agria polémica  deduje  que los archiereis - tal y como ya había demostrado Caifás - no deseaban demorar el proceso por dos razones básicas :
Primera : , porque era el día de la preparación de la pascua y , según la ley , todos los trabajos debían concluir  antes del mediodía .
Segunda , porque el temor general apuntaba hacia la posibilidad de que el gobernador dejara Jerusalén , regresando a su base : Cesarea .
Este último extremo pesó mucho más que el primero . Si Poncio dejaba la ciudad santa , las maniobras del Sanedrín habrían resultados esteriles .
Anás no pudo controlar la situación y los jueces , imitando al sumo sacerdote , se levantaron , abandonando la sala . Pero antes , uno tras otro , pasaron por delante del Maestro , escupiéndole en el rostro . Si no recuerdo mal , fueron treinta salivazós . Mejor dicho , esputos y salivazos , quizá a partes iguales .
Cuando el Maestro pasó a nuestro lado , camino de la estancia donde iba a tener lugar una de las más salvajes y denigrantes afrentas de aquella jornada , el discípulo volvió su cara , impresionado por las repugnantes expectoraciones que ocultaban casi el rostro y barba del dócil Jesus . Juan fue presa de una serie de fuertes arcadas , terminando por vomitar en uno de los rincones de la sala Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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