viernes, 29 de mayo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 65 )

Durante mi estancia en el palacete del ex sumo sacerdote no había tenido oportunidad de conocerle  . Ahora , al verle subir al estrado ayudado por dos de sus siervos  , sentí cierta decepción . El poderoso suegro de Caifás  y padre de la influyente  familia sacerdotal era en relidad un viejo decrépito , muy proximo a los 70 años y aquejado de una avanzada dolencia de Parkinson . Como sâgan o presidente de la cámara de los << ancianos >> ocupó el asiento ubicado a la derecha del sumo sacerdote  en funciones aquel año . Inmediatamente, el resto de los jueces  volvió a acomodarse  y Caifás , con un displicente gesto de sus regordetas manos  , indicó a los testigosque prosiguieran.
A pesar de su más que probable  esclerosis cerebral , Anás o Anano - como lo llama Josefo - conservaba ojos de rapaz nocturna  , grandes y vertiginosos . Nada más sentarse recorrieron la sala , yendo a posarse en los del Maestro . Y el temblor de sus manos acentuó .
Jesús sostuvo su mirada y Anás , indeciso , trató de esconder las apergaminadas manos bajo el ropón púrpura que le cubría . Después , desviando su atención hacia el inquisidor de turno , pareció olvidarse del Galileo .
-.... Este hombre - había empezado a proclamar el testigo  - afirmó que destruiria el Templo y que en tres días edificaría otro , pero sin la ayuda de la mano del hombre .
Los archontes o jefes del Templo habían encontrado , al fin , un argumento condenatorio lo suficientemente sólido . Por supuesto , aquello no era  lo que había dicho Jesús . Además , ni este testigo ni el siguiente , que ratificó cuanto había dicho su compañero , hicieron alusión alguna al decisivo gesto del rabí cuando , al tiempo que pronunciaba aquellas proféticas palabras , señalaba hacia su cuerpo con el dedo .
Si no recuerdo mal , aquél fue el único testimonio en el que dos sujetos lograron ponerse de acuerdo .
Antes de que concluyeran los testigos , el clamor  de los sacerdotes jefes fue general , turbando el orden de la sala con exageradas muestras de desagrado e incredulidad.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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