miércoles, 27 de mayo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 52 )

Y por cuarta vez , Pedro volvió a negar cualquier conexión con el Nazareno . Pero , en esa oportunidad , su negativa  fue mucho más fría y calculada  . Sus anteriores razonamientos  sobre la falta de autoridad legal por parte de las mujeres para acusarle y la circunstancia de que este nuevo ataque  no hubiera sido hecho en público , fueron , a mi entender , decisivos .
Pero ni Pedro ni yo contábamos con que , justo en esos momentos , cuando la claridad del nuevo día  apuntaba ya por el Este , en el interior de la mansión empezaran a escucharse algunas voces . Nos pusimos en pie  , al tiempo que uno de los domesticos de Anás salía precipitadamente , alertando a los policías .
Todo sucedió tan rápidamente que apenas si pudimos reaccinar . De pronto , en el umbral de la puerta apareció el Maestro . Seguía atado . Junto a él , Juan , el soldado romano y otros dos sirvientes de Anás .
Por espacio de un minuto , mientras los levitas del Templo se organizaban para conducir al preso , Jesús levantó lentamente la cabeza , girando su rostro hacia nosotros , que seguíamos  a su derecha y a poco más de dos metros . A la luzparpadeante y rojiza de las antorchas  , la mirada  del Galileo se clavó única y exclusivamente  en la de su amigo Pedro . Jesús  no sonrió , pero de sus ojos  partió un profundo y escalofriante mensaje de amor y de piedad . Con aquel gesto , el gigante llegó como nunca hasta el aturdido corazón del renegado . Las palabras  sobraban . El Maestron parecía saber lo ocurrido durante aquellas casi tres horas en el patio del ex sumo sacerdote  . Y Pedro , al recoger aquel intenso mensaje  , empezó a valorar en profundidad la gravedad de su culpa .
En esos momentos , cuando el soldado romano situado a espaldas del Nazareno le empujó violentamente , obligándole  a descender las escalinatas , un gallo de las proximidades  rasgó el silencio del alba conn un canto largo y estridente .
Y el amigo del Maestro palideció.
Autor : J.J.Benitex
Un abrazo
Antonio Martinez

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