miércoles, 27 de mayo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - tomo 1 - 7 de abril , viernes ( 50 )

El silencio seguía dominando a Jerusalén . A lo lejos , muy de tarde en tarde , se escuchaban algunos de los numerosos perros callejeros que yo había visto a mi paso por la ciudad santa . Fueron aquellos casi siempre lastimeros aullidos los que trajeron a mi memoria  otro hecho que , precisamente  , aún no se había registrado . Pedro había negado s au Maestro por tres veces y , sin embargo , yo no había oído el famoso canto del gallo .
No es que esta anécdota me preocupara excesibamente . Y mucho menos cuando estaba viviendo - y sufriendo - las angustias de Simón , totalmente deshecho y abatido junto al portón de entrada a la residencia de Anás . Sin embargo , y mientras esperaba la llegada del alba , procuré afinar mis oídos  . Meditando sobre este particular comprendí que los gallos de Jerusalén no podían haber iniciado sus caracteristicos cantos por la sencilla razón de que aún faltaba  más de una hora para el amanecer ( aquel viernes , 7 de abril , como ya he citado en otras ocasiones , la salida del sol se produjo a las 5 , 42 horas ) . En algún momento llegué a creer que los evangelistas habían vuelto a equivocarse  . Las tres negaciones , como digo , ya se habían producido y los cronómetros << monoiónicos >> del módulu marcaban las cuatro de la madrugada . Pero no. Esta vez no hubo error , aunque las versiones de los escritores  sagrados tampoco coinciden al cien por cien ....
Pero debo ajustarme a un estricto orden de los acontecimientos .
Cuando estimé que Pedro podía haberse tranquilizado , yo también me retiré del grupo de los levitas . Me dejé  caer junto al discípulo y acerqué mi mano a su hombro izquierdo . Pedro se sobresaltó de nuevo . Interrumpió aquel movimiento , casi catatónico , y , al comprobar que era yo , suspiró aliviado . Durante un buen rato casi no hablamos . ¿ Qué podía decirle ?
Al poco , Pedro - que había ido recuperando la normalidad - me miró fijamente , expresando una idea que aún me dejó más confuso :
- ¿ Has observado , Jasón , con qué habilidad he destruido las acusaciones de esos serviles esclavos del Templo ?
Autor J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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