sábado, 14 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 19 de abril , miercoles ( 25 )

La noticia del incidente  debió de propagarse a la velocidad del viento porque , a los pocos minutos , una legión de mendigod y desarrapados  se presentó en el lugar , manteniéndose  a la expectativa  y s corta distancia de las tilapias . Mi acompañante me sugirió que recogiera la carga cuanto antes . Por supuesto , no tenía el menor interés en conservar aquel pescado . Así que , sin más , los autoricé a que dispusieran de él a su antojo . La escena que presencié a continuación me estremeció . Entre golpes , alaridos , imprecaciones , y reproches , aquella turba  de hambrientos y desesperados  se abalanzó sobre el cargamento , disputándose hasta los trozos hasta los  trozos de barro de la tinaja . Aturdido e impoente  ante tanta miseria  y crueldad , acaricié los cabellos  del niño y , por esta vez , obedecí las recomendaciones de Jonás  , alejándonos hacia el extremo oriental del puerto . En aquel punto moría la zona portuaria  propiamente dicha , dando paso a otra de las florecientes industrias de Hahum : Los astilleros . A ambos lados de la desembocadura del río Korazín , ocupando unos trescientos metros de costa  , se sucedía una serie de varaderos  e los que construían y reparaban toda clase de embarcaciones . Precedido por el campesino descendí los peldaños de piedra que conducían desde el nivel superior del muelle a la rampa que conformaba el primero y más próximo de los astilleros  : el de la familia de los Zebedeos . El solar , de regulares dimensiones ( unos 50 metros de longitud por otros 30 de profundidad ) , se hallaba cubierto por una capa de guijarros blancos y negros que rechinaron a nuestro paso . Entre el agua y el cobertizo de madera y techumbre de ramas que se erguía al fondo de la suave pendiente , tres carpinteros , con las túnicas recogidas en la cintura y grandes bolsas de clavos colgadas en bandolera  , martilleaban alrededor de una consumida barca de carga . En la parte vaja del varadero , a cuatro o cinco pasos de la orilla , descansaban otras cuatro lanchas - una de ellas de apenas seis metros de eslora -, tan destartaladas como la anterior . Al rozarlas , mi corazón se agitó . Quizá me encontraba junto a algunas de las barcas habitualmente utilizadas por los ciscípulos e íntimos del Maestro en sus faenas de pesca .
Jonás saludó a los operarios , interesándose por el << jefe >> . No supieron darnos muchas explicaciones . Al parecer llevaba  dos días sin presentarse en el astillero , aquejado de no sé que mal .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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