martes, 24 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 21 de abril , viernes ( 2 )

El sueño se disipó . Observé a Juan Marcos . Dormía profunda y apaciblemente  . Con una creciente agitación me encaminé a la orilla . La playa continuaba desierta y negra  , sin otro signo de vida que el rojo rescoldo  de la hoguera . En esos instantes no los conté . Despues , al analizar la increible  << escena >> que estaba a punto de vivir , supe que las brasas se hallaban a 8 metros del yam . Una distancia insignificante  que pude cubrir en escasos segundos . Me aposté en cuclillas a un paso del agua  y , con ambas manos  , me refresqué el rostro y el cuello . Estimé que lo mejor para desenredar mi ansiedad y el embarullado paquete de ideas que había desatado la enigmática  << luz >> era precisamente  eso : despabilarme con un buen lavado . ¿ Qué tiempo pude permanecer junto al lago ? ¿ Un minuto ? Quizá menos  . El caso es que , de repente , me pareció oír un ruido . Sí , fue como el crepitar de unas llamas . Al punto , una especie de corriente de aire frío sopló a mis espaldas . Los cabellos de la nuca  se erizaron y , sin explicación aparente , experimentém una nítida  sensación de miedo  . Era como si alguien - persona o animal - me acechara . El corazón se desbocó al descubrir en la superficie del agua el reflejo de un fuego . La costa presentaba en aquel lugar una ligera pendiente y , en consecuencia  , lam ondulante  imagen que había aparecido a mi izquierda  sólo podía proceder de la zona del litoral donde me encontraba  . Pensé en la << vara de Moisés >> . Enn caso de ser atacado no habría dispuesto de tiempo para recurrir a ella  . Giré la cabeza muy despacio y la adrenalina  me sacudió por segunda vez . Junto al benjamín  , en el mismisimo punto donde - un minuto antes . se extinguían las ascuas , ahora danzaba un alto y vigoroso fuego . Petrificado , distinguí a alguien que manipulaba unas ramas  , alimentando lam hoguera  . Se hallaba al otro lado de las llamas , en pie y de cara a quien esto escribe . La frecuencia cardiaca se estabilizó . Lo más probable es que se tratase de alguno de los vecinos de Saidan , atraído quizá por el fulgor de la candela  . Pero ¿ cómo no lo había visto llegar ? En aquel nervioso tira y afloja  conmigo mismo , busqué otro argumento tranquilizador  : seguramente , su aproximación había coincidido con mi alejamiento hacia la orilla  . Así y con todo , ¿ cómo explicar el súbito resurgir de las llamas ? Era dudoso que , entan corto periodo de tiempo - apenas un minuto -, hubiera ganado semejante  altura  y consistencia . Fueron segundos interminables  . Espesos . Electrizados . Una idea brilló en mi cerebro . ¿ O fue un deseo ? La rechacé , acusándome de pueril y fantasioso .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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