A proa y popa descansaban dos piedras negras , planas , perforadas en sus extremos , que hacían las veces de anclas . Al principio no reparé en ello . Pero , conforme nos adentrábamos en el yan , me llamó la atención un diminuto mascarón , claveteado a la proa . Representaba la figura de una mujer - pez , con las manos sobre la cabeza y coloreada en un granate chillón . Más tarde , los galileos me explicarían que se trataba de la diosa Atargatis , adorada en Ascalón y en la costa fenicia , cuya presencia en la embarcación garantizaba una segura protección contra los vientos del este - súbitos y traidores - y la posibilidad de una excelente pesca . ( Una de estas estatuillas sería descubierta por el investigador McLister en las escavaciones arqueológicas del tell Zakaria , en Eretz Israel . )
Luego lo supe . Aquella primera fase de la operación de pesca era una de las más delicadas . Se necesitaban unos remeros experimentados , capaces de impulsar la lancha con un mínimo de ruido . Nadie hablaba . La embarcación fue alejándose , perpendicular a la costa , siempre unida a tierra por el largo cabo amarrado a uno de los extremos de la red . Desde la orilla , el resto del grupo seguía inmóvil y expectante las maniobras de la tripulación . A cosa de 40 o 50 metros del litoral . Pedro , permanentemente atento a la superficie del lago , levantó su mano izquierda . Los remeros dejaron de bogar y las miradas buscaron el punto que atraía la atención del guía . El silencio , apenas roto por el leve chorrear de las palas y los lejanos chillidos de las gaviotas , me impresionó . Yo también escudriñé la superficie del yam , pero francamente no vi nada especial o extraordinario . Diez segundos después , con un seco palmetazo en la borda de babor , Pedro ordenó un giro . Muy despacio , Andrés y Juan , sentados en dicha banda , hundieron las palas en el agua mientras sus compañeros de estribor hacían lo propio , bogando con firmeza . Rematada la ciaboga la lancha se situó paralela a la costa y los cuatro prosiguieron el lento y silencioso avance . Así continiamos durante un trecho , con la única compañía del lastimero crujido de los estrobos y alguna que otra desancompasada respiración . Al alcanzar el lugar deseado , el sais levantó su mano por segunda vez . Y los remeros repitieron el alzado de las palas . La embarcación quedó a la deriva , mecida suavemente . Simón se puso en pie , con los ojos clabados en la superficie que se extendía entre
nosotros y la orilla .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Luego lo supe . Aquella primera fase de la operación de pesca era una de las más delicadas . Se necesitaban unos remeros experimentados , capaces de impulsar la lancha con un mínimo de ruido . Nadie hablaba . La embarcación fue alejándose , perpendicular a la costa , siempre unida a tierra por el largo cabo amarrado a uno de los extremos de la red . Desde la orilla , el resto del grupo seguía inmóvil y expectante las maniobras de la tripulación . A cosa de 40 o 50 metros del litoral . Pedro , permanentemente atento a la superficie del lago , levantó su mano izquierda . Los remeros dejaron de bogar y las miradas buscaron el punto que atraía la atención del guía . El silencio , apenas roto por el leve chorrear de las palas y los lejanos chillidos de las gaviotas , me impresionó . Yo también escudriñé la superficie del yam , pero francamente no vi nada especial o extraordinario . Diez segundos después , con un seco palmetazo en la borda de babor , Pedro ordenó un giro . Muy despacio , Andrés y Juan , sentados en dicha banda , hundieron las palas en el agua mientras sus compañeros de estribor hacían lo propio , bogando con firmeza . Rematada la ciaboga la lancha se situó paralela a la costa y los cuatro prosiguieron el lento y silencioso avance . Así continiamos durante un trecho , con la única compañía del lastimero crujido de los estrobos y alguna que otra desancompasada respiración . Al alcanzar el lugar deseado , el sais levantó su mano por segunda vez . Y los remeros repitieron el alzado de las palas . La embarcación quedó a la deriva , mecida suavemente . Simón se puso en pie , con los ojos clabados en la superficie que se extendía entre
nosotros y la orilla .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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