martes, 24 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 21 de abril , viernes ( 3 )

El resplandor lo iluminaba con generosidad . Sin embargo , no conseguí identificarle  . El Individuo - de una notable corpulencia  - se inclinó hacia un montón de leña  seca . Sólo él podía haberla acarreado hasta allí . Tomó un manojo y , poco a poco , fue arrojandola al fuego. Receloso , me decidí a avanzar . El hombre levantó la vista  de las llamas  y , por espacio de uno o dos segundos  - no más - , me observó atentamente . Acto seguido  , bajando de nuevo los ojos , quebró una de las ramas , esperando quizá que terminara de acercarme .
De nuevo , las palabras me limitaban . Son mi peor enemigo . Desearía  abrir mi alma  y que cada cual pudiera ver y sentir como yo lo hice . A cuatro metros de la hoguera quedé clavado en la arena . Y todo mi ser se transformó en una atropellada ola de miedo , confusión , incredulidad e inenarrable  alegría .
- ¡ Dios mío !
El pavor - no me averguenza confesarlo - ganó la batalla en aquel confuso zigzagueo de sentimientos y emociones . Y dando media vuelta  corrí espantado hacia ninguna parte . ¿ De qué habían servido tantas horas de entrenamiento ? ¡ De nada ! Yo era un enloquecido  y pobre mortal , huyendo a ciegas y topando en la oscuridad con piedras , aparejos y embarcaciones varadas . Supongo que así hubiera continuado , de no haber sido por aquella providencial red .
¿ He dicho << providencial >>?
En el violento choque derribé una de las estacas que la sostenían en el aire y , enredado en las mallas , rodé por la costa como la más necia de las capturas obtenidas en el yam . Pataleé y braceé  con desesperación  , pujando por escapar de la trampa . Inútil . Cuanto más me agitaba  , más tupido se hacía el aparejo . La sangre se heló en mis venas : mi propio miedo me había inmovilizado . No tenía forma de liberarme . Y del pánico pase a otro sentimiento más amargo : el del ridículo . Creo que jamás me sentí tan humillado . Frené mis acometidas , intentando pensar . << Si al menos dispusiera  de un cuchillo ... >> Llegué a morder los hilos embreados de lino , en un furioso intento por abrir una brecha . Imposible .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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