Hay que reconocerlo . A pesar de sus temibles modales , el tosco galileo amaba a su Señor por encima de sus amigos y parientes . Pero incomprensiblemente , al ganar la orilla , Simón se detuvo . Y , jadeando , permaneció inmóvil como un poste , mirando alternativamente al Resucitado y a la hoguera . Al principio no fui capaz de explicarme su extraño comportamiento . Lo atribuí al pasmo - quizá al miedo - , al hallarse cara a cara y a tan corta distancia de Jesús . Pero no . Al parecer - según me confesaría poco después -, la razón de tan súbita << paralización >> fue otra . Al ver el fuego , el temperamental galileo no pudo evitar el recuerdo de sus negaciones en el patio del palacete de Anás . Y por espacio de algunos minutos se sintió nuevamente hundido y acobardado . Por fortuna para él , aquel mal pensamiento se esfumaría con el arribo de las lanchas . A las 07,30 , horas , a un paso de la orilla , las tripulaciones arrojaron las piedras y saltaron al agua . Es curioso : ni uno solo se preocupó de la red . Los nueve , intrigados por el anormal comportamiento de Pedro , fueron aproximándose a la playa , deteniéndose a la altura del sais . Disfruté con el << espectáculo >>. Por espacio de varios minutos , nadie hizo ni dijo nada . La mayoría reconoció al punto al Resucitado . Y tal y como sucediera conmigo mismo , los rostros pasaron de la sorpresa al miedo . Sólo el de Juan se iluminó . Algunos incluso retrocedieron . El silencio era plomizo . Significativo . El Maestro , con una mirada capaz de perforar el acero , fue escrutando a cada uno de sus hombres . Pero tampoco habó o hizo ademán alguno . En esos críticos momentos , Juan Marcos apareció en lo alto de las escaleras . Descendió hasta donde me encontraba . me saludó y , con su acostumbrada candidez , preguntó qué << sucedía allí abajo >> . Mudo , esperé su reacción . Rápido de reflejos , no tardó en intuir que << algo >> raro ocurría a nuestros pies . Se acomodó a mi lado y ayudandose del dedo índice izquierdo , fue contando a los pescadores .
- ¿ Once ?
Me miró desconcertado . Tuve que esforzarme para no sonreír . Reinició la cuenta - esta vez en voz alta - y , al obteneridéntico resultado , su faz se transfiguró . Se puso en pie y , dando un brinco , exclamófuera de sí:
- ¡ Es el Maestro !
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- ¿ Once ?
Me miró desconcertado . Tuve que esforzarme para no sonreír . Reinició la cuenta - esta vez en voz alta - y , al obteneridéntico resultado , su faz se transfiguró . Se puso en pie y , dando un brinco , exclamófuera de sí:
- ¡ Es el Maestro !
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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