miércoles, 18 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 19 de abril , miercoles ( 48 )

Desde que el Imperio , en efecto , había colonizado Palestina , la riqueza hidráulica había pasado a manos de Roma . El Céar era el legítimo propietario , que delegaba  , en cada provincia  , en una tupida << burocracia >> de funcionarios . Las tarifas por el consumo de agua  iban directamente a las arcas de Tiberio . El control para evitar el fraude se llevaba a cabo con extremo rigor . De cada acueducto - así lo especificaba la legislación romana  - arrancaba un número determinado de cañerías  . Para insertar una nueva era preciso una solicitud especial del Gobierno . Cuando éste concedía la licencia , el inspector de zona asignaba al usuario un calix o llave de paso de unas muy concretas dimensiones , en consonancia con el volumen de agua solicitado . Esta pieza regulaba  el caudal de forma inexorable . Si el consumidor  era un industrial , el lalix recibido era de mayor sección , pero siempre de acuerdo con lo marcado en la correspondiente licencia  . Más allá de estas llaves de paso , la cañería  era de propiedad privada y cada cual debía correr con los gastos de instalación y mantenimiento . ( De hecho existía una ley que obligaba a que las dimensiones del calix se mantuviera  en cada conducción hasta una distancia de 50 pies de la citada  llave de paso . ) Estaba terminantemente prohibido obtener agua de otro lugar que no fuera el depósito acueducto , así como ramificar las cañerías . Como ocurre en el siglo XX con los servicios telefónicos  o de suministro eléctrico , en aquella época , el derecho al agua tenía carácter personal . De esta forma  , cuando un inquilino abandonaba una casa o un molino , los << ingenieros >> e << inspectores >> cerraban el calix . Sin embargo , a diferencia de lo que hoy conocemos  , el Imperio romano autorizaba  la venta de las licencias . Los nuevos propietarios  o arrendatarios  , antes  de tomar posesión de la vivienda o de la << industria >> , debían asegurarse por tanto , de que dicha licencia  no pasara a manos de terceras personas . El elevado coste del suministro de agua  forzaba a  multitud  de familias a prescindir de estos servicios , abasteciéndose en las fuentes o manantiales públicos  . Jesús , al menos durante su vida en Nazaret , no tuvo la oportunidad de disfrutar de este cómodo y costoso sistema de << agua corriente a domicilio >> . Sólo los más pudientes , como digo , podían permitirse semejante lujo .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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