Desde que el Imperio , en efecto , había colonizado Palestina , la riqueza hidráulica había pasado a manos de Roma . El Céar era el legítimo propietario , que delegaba , en cada provincia , en una tupida << burocracia >> de funcionarios . Las tarifas por el consumo de agua iban directamente a las arcas de Tiberio . El control para evitar el fraude se llevaba a cabo con extremo rigor . De cada acueducto - así lo especificaba la legislación romana - arrancaba un número determinado de cañerías . Para insertar una nueva era preciso una solicitud especial del Gobierno . Cuando éste concedía la licencia , el inspector de zona asignaba al usuario un calix o llave de paso de unas muy concretas dimensiones , en consonancia con el volumen de agua solicitado . Esta pieza regulaba el caudal de forma inexorable . Si el consumidor era un industrial , el lalix recibido era de mayor sección , pero siempre de acuerdo con lo marcado en la correspondiente licencia . Más allá de estas llaves de paso , la cañería era de propiedad privada y cada cual debía correr con los gastos de instalación y mantenimiento . ( De hecho existía una ley que obligaba a que las dimensiones del calix se mantuviera en cada conducción hasta una distancia de 50 pies de la citada llave de paso . ) Estaba terminantemente prohibido obtener agua de otro lugar que no fuera el depósito acueducto , así como ramificar las cañerías . Como ocurre en el siglo XX con los servicios telefónicos o de suministro eléctrico , en aquella época , el derecho al agua tenía carácter personal . De esta forma , cuando un inquilino abandonaba una casa o un molino , los << ingenieros >> e << inspectores >> cerraban el calix . Sin embargo , a diferencia de lo que hoy conocemos , el Imperio romano autorizaba la venta de las licencias . Los nuevos propietarios o arrendatarios , antes de tomar posesión de la vivienda o de la << industria >> , debían asegurarse por tanto , de que dicha licencia no pasara a manos de terceras personas . El elevado coste del suministro de agua forzaba a multitud de familias a prescindir de estos servicios , abasteciéndose en las fuentes o manantiales públicos . Jesús , al menos durante su vida en Nazaret , no tuvo la oportunidad de disfrutar de este cómodo y costoso sistema de << agua corriente a domicilio >> . Sólo los más pudientes , como digo , podían permitirse semejante lujo .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez
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