La longitud total del aparejo no rebasaba los 32 o 35 metros . Al contrario de lo que ocurría con el jerem , el ambatan no tenía por qué tocar el fondo del lago . Se lanzaba también desde la popa opor cualquiera de las bandas , formando en el agua una especie de U . En general , los pescadores elegían zonas ppóximas a la costa , asustando al pescado de mil formas : golpeando el agua con los remos , con las manos o con ramas , haciendo arder bencina en la superficie , con la ayuda de perros especialmente adiestrados o , desde la costa , arrastrando cadenas . Los peces , asustados , huían del lugar donde fondeaban o navegaban las embarcaciones , precipitándose hacia la triple red . Atravesaban la primera malla , chocando de inmediato con la segunda - mucho más tupida -, que era arrastrada hacia la tercera . Al retroceder , el banco quedaba preso en el gran << saco >> . La res experimentaba entonces un << estremecimiento >> , que hacía rechinar los dientes de los habitantes de la costa . Los corchos se hundían y las cuadrillas se apresuraban a levantar el ambatan , vaciando el botín en el fondo de las lanchas . En una noche , el << panzudo >> podía ser lanzado y recogido de diez a veinte veces , con un promedio de captura que oscilaba entre los 50 y 100 kilos .
El yam no tardó en teñirse de rojo . En las poblaciones costeras fueron encendiéndose las primeras lucernas y nuestros amigos , rumbo a la desembocadura del Jordán , se difuminaron en las sombras del anochecer . De no haber sido por las antorchas amarradas a proa y popa de cada una de las barcas , ni Juan Marcos ni yo hubiéramos sido capaces de localizarlos en la oscura noche que se avecinaba . Una noche y un amanecer difíciles de olvidar .
Fueron unos minutos deliciosos . En paz . Durante largo rato , ni el benjamín ni yo intercambiamos una sola palabra . Sencillamente , disfrutamos del momento . Los últimos remendadores terminaron de colgar las redes sobre altas estacas y , sin prisas , desparecieron hacia las amarillentas luces que parpadeaban en los patios y ventanucos de la aldea . Rezagadas tropas de gaviotas aleteaban con urgencia hacia el oeste , a la búsqueda de los acantilados de Tiberíades . Y el crepúsculo , sin rodeos ni preámbulos pasó del malva a un azul taciturno . Fue una señal . En plana luna nueva , el firmamento se precipitó sobre el lago , Cargado de estrellas y constelaciones . Jamás logré acostumbrarme a la serena majestad de aquellos cielos . Unos cielos que , precisamente con su blanca quietud , parecián presagiar << algo >>...
El yam no tardó en teñirse de rojo . En las poblaciones costeras fueron encendiéndose las primeras lucernas y nuestros amigos , rumbo a la desembocadura del Jordán , se difuminaron en las sombras del anochecer . De no haber sido por las antorchas amarradas a proa y popa de cada una de las barcas , ni Juan Marcos ni yo hubiéramos sido capaces de localizarlos en la oscura noche que se avecinaba . Una noche y un amanecer difíciles de olvidar .
Fueron unos minutos deliciosos . En paz . Durante largo rato , ni el benjamín ni yo intercambiamos una sola palabra . Sencillamente , disfrutamos del momento . Los últimos remendadores terminaron de colgar las redes sobre altas estacas y , sin prisas , desparecieron hacia las amarillentas luces que parpadeaban en los patios y ventanucos de la aldea . Rezagadas tropas de gaviotas aleteaban con urgencia hacia el oeste , a la búsqueda de los acantilados de Tiberíades . Y el crepúsculo , sin rodeos ni preámbulos pasó del malva a un azul taciturno . Fue una señal . En plana luna nueva , el firmamento se precipitó sobre el lago , Cargado de estrellas y constelaciones . Jamás logré acostumbrarme a la serena majestad de aquellos cielos . Unos cielos que , precisamente con su blanca quietud , parecián presagiar << algo >>...
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