Con los músculos tensos , perfectamente sincronizados , los cuatro galileos , animándose con pequeños gritos , se inclinaban hacia popa , tumbandose a continuación hacia la proa , hasta que sus espaldas llegaban casi a alinearse con las respectivas bordas . El jefe de la cuadrilla , inclinado sobre popa , fue soltando el jerem. Con gran destreza , las enormes y callosas manos de Pedro fueron arriando la red , al tiempo que , entre gritos e insultos , apremiaba a los remeros para que aceleraran el ritmo . A popa fue quedando un reguero de corcjos y maderas , agitado por el bronco cabeceo de la barca . Los hombres situados en tierra comenzaron a jalar del cabo y la red empezó a curvarse . Cuando el aparejo estuvo prácticamente en el agua , el sais , volviendo la cabeza hacia sus compañeros , ordenó una nueva ciaboga . Y la lancha cambió de rumbo , enfilando la orilla . Pedro , con los pies sólidamente asentados en el fondo de la embarcación , desplegó todas sus fuerzas - que no eran pocas - , sosteniendo y arrastrando el segundo cabo . A 4 o 5 metros de la orilla , como impulsado por un resorte , los remeros saltaron al agua y , olvidando la lancha , se hicieron con la soga , tirando con ahínco hacia la arena . Deseoso de colaborar en algo los imité , jalando con ellos . Durante veinte o treinta minutos , las dos columnas de hombre se esforzaron sin interrupción , tirando de los cabos lenta pero firmemente . Y el jerem , formando una media luna , fue aproximámdose a la costa . A unos veinte pasos del agua , cada jalador depositaba en tierra la porción de cuerda que le había correspondido , regresando sin prisas a la orilla . Allí , provisto de un corto cabo - una especie de estrobo - , con una piedra anudada en un extremo , enroscaba el canto en la maroma principal , tirando con el auxilio del referido estrobo . El aparejo - que podría identificarse hoy con el chinchorro - actuaba como una red << barredera >> . Los plomos y piedras la mantenían pegada al fondo , barriendo el yam como un muro vertical . Una pesca , dicho sea de paso , bastante destructiva , que terminaba con todas las especies y huevas depositadas en el fango.
Cuando las varas de madera flotaban a unos pasos de la costa , dos de los jaladores se precipitaron sobre los extremos del jerem , mientras el resto multiplicaba sus esfuerzo , procurando que ambas hileras se aproximaran hasta llegar a unos 10 metros la una de la otra . Y la red , poco a poco , fue entrando en la costa ..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antoniio Martinez
Cuando las varas de madera flotaban a unos pasos de la costa , dos de los jaladores se precipitaron sobre los extremos del jerem , mientras el resto multiplicaba sus esfuerzo , procurando que ambas hileras se aproximaran hasta llegar a unos 10 metros la una de la otra . Y la red , poco a poco , fue entrando en la costa ..
Autor : J.J.Benitez
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Antoniio Martinez
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