A renglón seguido me condujo a la casa en la que , poco ante , había visto desaparecer a su hermano . La vivienda , como el resto de las que formaban parte del patio familiar , carecía de puerta . En el umbral se alineaban varios pares de sandalias . Un tanto contrariado me descalcé . La verdad es que no me agradaba perder de vista las delicadas zapatillas << electrónicas >> . Pero , el no hacerlo , hubiera significado una descortesía para con mis anfitriones . La vivienda , de unos 7 metros de lado , se hallaba dividida en dos por un tabique que , al igual que los suelos y el resto de los muros , había sido revocado con yeso . Una lámpara de aceite colgaba de la techumbre de la primera de las estancias , esparciendo una luz amarillenta e insuficiente . Junto a la puerta de entrada , sujetas a la pared por sendos arcos de metal , descansaban dos ventrudas vasijas de arcilla roja , con las bocas taponadas `por hojas y ramas aromáticas que protegían y daban un refrescante sabor al agua que almacenaban . A la izquierda , en el muro del fondo , varias alacenas guardaban todo tipo de cacharros de cocina : coladores , cucharas , tenedores , cazos , cribas , filtros , vasijas , planchas para colocar sobre el fuego , cuchillos , platos de madera , y un rudimentario fuelle confeccionado con piel de cabra . En el suelo , sobre esteras de hojas de palma , se almacenaban cestas con legumbres , jarras de bronce y un taburete de madera . En la estancia contigua , tan sencilla como la anterior , la luminosidad era algo mayor . En el muro orientado al oeste , un ventanuco con las contraventanas abiertas dejaba pasar un cañón de luz que soleaba un tectángulo del piso , igualmente alfombrado . En una estantería colgada del tabique medianero , cuidadosamente enrollados , se distinguían los coloreados ededrones que servían para dormir . El escaso mobiliario lo completaban una cómoda , pintada de vivos colores , y dos lámparas herodianas de aceite que reposaban , una sobre el mencionado mueble y la otra en el suelo , en la cabexera del jergón sobre el que yacía un anciano . A los pies del colchón de paja , Santiago , de rodillas , contemplaba atento y en silencio a un hombre de túnica blanca y poblada barba negra que , en cuclillas , rebuscaba en una caja de madera . El instinto me puso sobre aviso. Inmóvil en el umbral , dejé que Juan se aproximara al lecho. Aquella situación podía resultar comprometida .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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