A las 06 horas y 30 minutos de aquel viernes , 21 de abril , las dos embarcaciones enfilaron la costa de Saidan . ¡ Eran ellos ! Jesús , atento a las maniobras de los remeros , se separó de la fogata . ( El posterior visionado de las imágenes captadas por el << ojo de Curtiss >> permitiría reconstruir las palabras y gestos que cruzaron entre sí , fifíciles de percibir desde el lugar donde me encontraba . )
A poco más de cien metros de la orilla , la primera de las barcas - capitaneada por Simón Pedro - aflojó la boga . Algunos de los remeros repararon entonces en el hombre que parecía esperarlos cerca del fuego . Se produjo una breve discusión . Simón y Andrés porfiaron con sus compañeros , asegurando que quizá se trataba de alguno de los habituales compradores de pescado de Nahum o de Tarichea , que acudía a recibirlos . El sais masculló una de sus irreproducibles maldiciones . La pesca , evidentemente , había sido un perfecto fracaso . Tomás , quizá a causa de su defecto en la vista , apuntó la posibilidad de que fuera el joven Juan Marcos . La sugerencia fue rechazada entre burlas y chanzas . En efecto , << aquel hombre era mucho más alto >> .
Curiosamente , nadie llegó a identificar al Maestro . Cuando la barca se hallaba a poco más de 50 metros , Jesús levantó su brazo izquierdo y , dirigiendose a los pescadores les gritó .
- ¡ Muchachos ! , ¿ Habéis pescado algo ?
Simón Pedro , con gesto adusto , le respondió con un seco y lacónico << No >>. Por un momento temí que la respuesta se viera acompañada por algunas de sus habituales malsonantes expresiones .
Juan Zebedeo se incorporó y , tomando una de las piedras planas , se dispuso a fondear la embarcación . Pero , diez o quince segundos después de aquel escueto intercambio verbal , el Resucitado se dirigió de nuevo a la tripulación . Y señalando a estribor ordenó con potente voz :
- ¡ Lanzad la red a la derecha de la barca ..., y encontraréis peces !
El Zebedeo miró al sais . Y éste girando la cabeza hacia el punto marcado por el desconocido , inspeccionó la superficie de las aguas . El resto de los remeros hizo otro tanto . En la zona indicada se apreciaba un intenso borboteo . En efecto , por estribor , la superficie del yam se agitaba ante la súbita aparición de un nutrido banco de peces . Pedro , olvidando al hombre de la playa , comenzó a vociferar y a gesticular , advirtiendo a los ocupantes de la segunda lancha la proximidad del pescado . Juan Zebedeo soltó el ancla e , incorporándose a la brega de los remeros , bogó con fuerza hacia el apetitoso botín . Jesús , entre tanto , continuó atento a las evoluciones de sus amigos .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
A poco más de cien metros de la orilla , la primera de las barcas - capitaneada por Simón Pedro - aflojó la boga . Algunos de los remeros repararon entonces en el hombre que parecía esperarlos cerca del fuego . Se produjo una breve discusión . Simón y Andrés porfiaron con sus compañeros , asegurando que quizá se trataba de alguno de los habituales compradores de pescado de Nahum o de Tarichea , que acudía a recibirlos . El sais masculló una de sus irreproducibles maldiciones . La pesca , evidentemente , había sido un perfecto fracaso . Tomás , quizá a causa de su defecto en la vista , apuntó la posibilidad de que fuera el joven Juan Marcos . La sugerencia fue rechazada entre burlas y chanzas . En efecto , << aquel hombre era mucho más alto >> .
Curiosamente , nadie llegó a identificar al Maestro . Cuando la barca se hallaba a poco más de 50 metros , Jesús levantó su brazo izquierdo y , dirigiendose a los pescadores les gritó .
- ¡ Muchachos ! , ¿ Habéis pescado algo ?
Simón Pedro , con gesto adusto , le respondió con un seco y lacónico << No >>. Por un momento temí que la respuesta se viera acompañada por algunas de sus habituales malsonantes expresiones .
Juan Zebedeo se incorporó y , tomando una de las piedras planas , se dispuso a fondear la embarcación . Pero , diez o quince segundos después de aquel escueto intercambio verbal , el Resucitado se dirigió de nuevo a la tripulación . Y señalando a estribor ordenó con potente voz :
- ¡ Lanzad la red a la derecha de la barca ..., y encontraréis peces !
El Zebedeo miró al sais . Y éste girando la cabeza hacia el punto marcado por el desconocido , inspeccionó la superficie de las aguas . El resto de los remeros hizo otro tanto . En la zona indicada se apreciaba un intenso borboteo . En efecto , por estribor , la superficie del yam se agitaba ante la súbita aparición de un nutrido banco de peces . Pedro , olvidando al hombre de la playa , comenzó a vociferar y a gesticular , advirtiendo a los ocupantes de la segunda lancha la proximidad del pescado . Juan Zebedeo soltó el ancla e , incorporándose a la brega de los remeros , bogó con fuerza hacia el apetitoso botín . Jesús , entre tanto , continuó atento a las evoluciones de sus amigos .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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