lunes, 26 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del autor para encontrar el Diario del Mayor - Israel - ( 114 )

Naturalmente , después del incidente del autobúa , cabía la posibilidad de que hubieran sido relevados .Aquélla , por el momento , no constituía  mi mayor preocupación . Los pensamientos  - conforme avanzaba hacia el número 10 de la mencionada calle Straus - navegaban  en otra dirección . Tenía que lograrlo . Era menester << desviar >> el punto de mira de la Inteligencia judía de tal forma que , en caso de registro , su obgetivo fuera << algo muy ajeno a los dos mil y pico de folios que formaban << mi >> tesoro . Quizá en aquel museo encontrase lo que necesitaba .
En el cruce con Jaffa , la fortuna siguió sonriéndome . Una papelería regentada por árabes me suministraría los botes de cola y pegamento que precisaba  . Y a las 9,30 horas , con una puntualidad impropia de mí , hacía sonar el timbre de la puerta del museo , en los bajos del inmueble .
Las diligentes gestiones de Rachel resultaron inmejorables . El doctor Samuel S.Kottek , especialista en medicina antigua  , y el director me recibieron con los barzos abiertos . Ahora , sinceramente , me duele haber traicionado su generosidad .
Durante más de una hora trabajamos en los puntos que me interesaban ( ? ) , recopilando una sobrada relación de volúmenes y expertos en los más variopintos diagnósticos , dolencias y fármacos de la antigua Canaán . Pero no era quello lo que me urgía . Desde el momento de las presentaciones le había echado el ojo a una de las salas del reducido y , en cierto modo , destartalado museo , en la que , en media docena de vitrinas  , se exhibia toda suerte de artilugios  , cachivaches e instrumental médico - mágico - quirúrgico de muy distintas épocas y culturas .
Mi cerebro , con una frialdad enfermiza , continuó trabajando . Finalmente  se presentó la ocasión . Kottek me invitó a pasar a la modesta  sale que , como digo , constituía  la zona noble del museo , dejándome  en las eficientes manos - sibilinas , añadiría  , a juzgar por lo que ocurri ría  poco después , - de la anciana responsable  de las piezas . Una servicial y encantadora mujer , cuyo nombre no recuerdo , que se desviviría  por mostrarme lo más granado de la ex`posición . Ése su involuntario error . Samuel se excusó y regresó al despacho donde habíamos conversado . Por espacio de casi una hora , mi anfitriona  fue acompañándome  - vitrina a vitrina - hasta cerrar el repaso.
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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