sábado, 24 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del auotor para encontrar el Diario del Mayor - Israel ( 104 )

Pasadas las cuatro horas , un segundo taxizta belenita orillaba su turismo en el cruce de las calles Smolenskin y Karen Hayesod , a trescientos metros del Moriab Jerusalén . Por seguridad , despedí al chçofer y amigo de Marcos en un lugar lo suficientemente retirado del hotel como para conjugar cualquier tropiezo o << malsana ciriosidad >> ...
Caminé decidido . La zona , iluminada y dormida , parecía en paz . En los aledaños del Moriah no se distinguía un solo vehículo . Crucé frente a la rampa  del aparcamiento subterráneo y , de pronto , sentí miedo . me detuve . Inspeccioné la oscura y solitaria boca del parking , sin divisar al guarda . ¿ Qué hacía ? ¿ Entraba por el sótano ? Desde allí , con la ayuda de los ascensores  , el acceso a la habitación era menos comprometido . Finalmente , renuncié . Mi apaleado corazón no hubiera resistido otro << susto >> Además , ¿ que importaba  que me vieran entrar por el vestíbulo ? A estas alturas del << negocio >> todo estaba consumado ..., para bien o para mal .
Encogido y receloso empujé despacio la puerta giratoria . En el vestíbulo , a media luz , no respiraba un alma . Miento : a la izquierda , en uno de los butacones , roncaba un vigilante . Salvé de puntillas los siete u ocho metros que me separaban de los elevadores y , escurridizo como una serpiente  , me quité de enmedio . Ningunode los recepcionistas - posiblemente tan arrobados como el agente de seguridad - detectó el retorno de aquel trasnochador . Pero los sobresaltos - en el fondo soy un ingenuo - seguirían llegando ...
Feliz como unas castañuelas , me dispuse a descansar . Me planté antela puerta de la habitación y , de pronto , medio mundo se vino abajo : había olvidado la llave en conserjería .
- ¡ Ésta si que es buena !....
No supe si reír o llorar . El nuevo regístro de mis ropas fue tan inútil como el primero . ¡ Increíble ! En segundos , la euforia se transformo en cólera . Los que me conocen saben que ya sólo me indigno conmigo mismo . Pues bien , ésa fue una sonada ocasión para ejercitar una de mis actividades predilectas : maldecir mi sombra y mi proverbial despiste .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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