miércoles, 21 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del autor para encontrar el Diario del Mayor - Israel - ( 87 )

Insatisfecha con la evasiva , presionó sin piedad .
- ¿ Le suena alguno ? ¿ Quiere llarle desde aquí ?
Transmuto el acero de su semblante por una acogedora sonrisa , descolgando y ofreciendome el auricular del teléfono . Esta vez , la Providencia selló mi peligrosa espontaneidad . Además , tampoco estaba seguro . Comvenía sopesar aquellos datos , lejos de posibles maledicencias oficiales ...
- No , gracias - corté sin tapujos -. En vista de la general y notable antigüedad en el servicio - añadí con una teatralidad que todavía me maravilla - : todos parecen buenos candidatos . Lo pensaré...
Sin concederle tregua , le devolví la << milagrosa >> agenda , interesándome por los enimagmáticos números que encabezaban cada una de las filiaciones.
La mujer acentuó su sonrisa , pagándome co la misma moneda :
- Eso no es de su incumbencia ... Digamos que se trata de un código secreto y cifrado , de uso exclusivo del Gobierno .
- ¡ Un número secreto !
Mi exclamación , el torrente de alegría y la mal disimulada sorpresa que provocó en mí la parca pero reveladora  insinuación , agotaron su paciencia  y , supongo , su capacidad de entendimiento . El desliz de la funcionaria  ponía punto final a la visita a la sede del turismo judío .
Estreché su mano con fuerza . El aparente gesto de amistad y gratitud la desconcertó del todo , correspondiendo con una imprecisa sonrisa .
Segundos después , eufórico , abandonaba el lugar , apretando contra mi pecho la valiosa información . Caminé tres o cuatro metros  por el largo corredor y , asaltado por una mortal curiosidad , giré mis talones , retrocediendo .  La vieja táctica daría sus frutos . Violando las más elementales normas de educación , empujé la puerta de cristal del despacho que me había acogido , asomando medio cuerpo . Mi inesperada aparición pilló desprevenida a la funcionaria  , justo cuando , teléfono en mano - y en hebreo - ponía sobre aviso de mi partida a Dios sabe quién. Eso fue lo que deduje de su visible nerviosismo . Poco más tarde , el taxista que me conduciría al hotel , al traducir las tres frases que alcancé a escuchar y anotar , confirmaría mis sospechas .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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