viernes, 18 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 27 de abril , jueves ( 6 )

El fuego , persuasivo , despejó la boca del corredor en un abrir y cerrar de ojos . Y los roedores  - algunos incendiados - huyeron en todas direcciones . Enloquecidas , varias de las ratas tropezaron con quien esto escribe , lanzando dentelladas a diestro y siniestro . Una vez más , la << piel de serpiente >> cumplió su cometido .
- ¡ Jacobo !
La segunda llamada animó al albañil . Y tras asomar un cadaverico rostro por el agujero , escapó del improbisado refugio , pasando incluso por encima de este explorador .
Al poner el pie en el silo , el traumatizado galileo , sentado en tierra , con media túnica arruinada y sin sangre en las venas  , miraba a Esta con los ojos desorbitados e incapaz de explicarse . La mujer , al verme  , sin poder contener el llanto , exigió una explicación . Preferí ahorrarle detalles . Y siguiendo mi consejo le suministró un generoso cuenco de vino . Yo , por supuesto , no me quedé atrás y apuré ansioso otra ración . Pero , con la taza a medio terminar , unas voces nos reclamaron desde la entrada de la endemoniada caverna .
Reconocí la voz de Miriam . Llamaba a su marido con prisas . Esta se asomó por la oquedad que comunicaba  ambas salas y , prudente , silenciando lo ocurrido , le gritó un lacónico << ya vamos >>
No fue tan sencillo . Jacobo , presa de temblores en cadena , sudando copiosamente  , ni oía ni veía  . Los esfuerzos de la mujer por levantarlo resultaron baldíos . El pobre se hallaba aún bajo los efectos del choque emocional . Pero la galilea era brava . Y retrocediendo medio metro le lanzó una bofetada  tal que le abrió la comisura de los labios . Santo remedio . El albañil . El albañil , con un hilo de sangre tiñendo las barbas , recuperó parte del temple , alzándose como si tubiera delante la << pelota >> de ratas . Y << voló >> del sunterráneo , aullando como un poseso.
Al regresar al patio , bajo una furiosa lluvia  , Miriam , Ruth y Rebeca  trataban de auparse sobre los berridos del albañil . Ni las unas escuchaban a Jacobo , ni este  se hallaba en condiciones de entender el triple , confuso y no menos acelerado griterío de las mujeres .
La aparición de Esta desvió la atención de sus cuñadas quienes , dejando al galileo por imposible , la abordaron con idéntico frenesí.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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