miércoles, 23 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 6 )

No sé qué fue primero : la reconfortante sonrisa del eficaz criado o mi desolación . Al verle con la tea en la mano comprendí . Pero era demasiado tarde .
El buen hombre , deseoso  de obtener una pronta y aceptable iluminación , recordó el arcón depositado al fondo de la estancia  . El polvoriento y consumido cofre de madera  que Ismael me había mostrado  a manera de cebo . Y con la mejor de las intenciones , ajeno al singular valor de aquel objeto , tomó la descompuesta arpa , golpeándola sin piedad contra la roca . Ahora entendía los enigmáticos sonidos .
Una vez seccionada , envolvió los brazos en sendas tiras de lino , empapándolas en aceite .
Fue un triste hallazgo . El venerable instrumento , que yo pude acariciar durante breves instantes , aparecía ahora destrozado y consumiéndose  . Tuve que contenerme  . Todos mis esfuerzos  , argucias y penalidades para alcanzar aquel tesoro - una de de las escasas posesieones del añorado rabí de Galilea , vendida por Jesús al saduceo hacía diecisiete años  - acababan de hacer humo . El destino , como digo , volvía a burlarse de quien esto escribe .
David sugirió que me encargara de la segunda antorcha . De momento , por prudencia , no consideró oportuno darle fuego . Y sin mediar palabra , aceptando los hechos , me hice con la otra mitad del arpa . Revisé y reforcé el lino que la cubría mientras el criado retiraba la jarra con el aceite . Después hizo otro tanto con la taza de arcilla que guardaba la providencial reserva de << cerillas >> . Nunca imaginé que aquellas modestas astillas y pajuelas de centeno de ocho a diez centímetros , prácticamente cubiertas de azufre fundido , jugarían un papel decisivo en nuestra historia . El invento , de uso común en todo el imperio , era tan simple como eficaz . Yo las había examinado en algunos de los hogares por los que acerté a pasar . Para provocar la ignición bastaba  el pedernal y una base o soporte metálicos . La limpieza y rapidez de la operación , proporcionando un cómodo encendido de lámparas , fogones y fogatas , las convirtió en un artículo de gran popularidad y , naturalmente , en un saneado negocioLa mayor parte era exportada desde las regiones italianas de Sicilia , Pozzuolo y Felamona . Al pie de los volcanes apagados , en estos azufrales y solfataras , se trabajaba  puro , calentándolo a 110 º centígrados . Una vez fundido se procedía al rociado de las astillas y pajuelas , disponiendo el cargamento para su empaquetado y posterior transporte .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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