sábado, 26 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 19 )

Me reuní con él , contemplando lo que ya había observado en la anterior inspección : los sacos en desorden , el par de canastas y la sabdalia de cuero , con las tiras rotas y revueltas-
David , dirigiendo el fuego hacia el cargamento de piedras , manifestó su extrañeza , confirmando así mi error . Aquello - señaló sin titubeos - no era lógico .
¿ Por qué guardar piedras en un silo ,habitualmente destinado a forraje , grano y frutos secos ? ¿ Y desde cuándo los humildes felah - los campesinos de Nazaret - se permitían el lujo de abandonar una preciada sandalia ?
Y una idea - la misma , supongo - nos alcanzó de lleno .
De mutuo acuerdo nos dispusimos a descender , examinando la bodega con detenimiento.
El anciano me permitió hacer . Anudé la cuerda a su cintura y , antorcha en mano , me deslicé por la maroma hacia el fondo de la oquedad.
Siguiendo las indicaciones de mi amigo empecé por el calzado . El material , seco y desgastado por el uso , no me dijo nada . El polvo de la suela podía corresponder a cualquiera de los caminos de acceso a la aldea . Levanté la vista hacia los blancos cabellos de David y me encogí de hombros . La cerdad es que no supe identificarlo . Se trataba de una sandalia  como tantas otras . Y lanzándome hacia el criado le pedí que la revisara . No hubo suerte . El anciano negó con la cabeza .
Centré entonces mi interes en los sacos . Se hallaban perfectamente cerrados por una costura de esparto .Tanteé la arpillera , deduciendo el contenido  : muy posiblemente trigo o cebada . y al presionar el costado del siguiente  , los dedos se hundieron con facilidad . El venial e intrascendente detalle resultaría decisivo . Y extrañado empujé de nuevo . Un suave siseo confirmó mis sospechas . El grano escapaba por alguna rotura o descosido .
En un primer momento - así debo reconocerlo - no le presté excesiva atención . Y me pregunto con horror qué habría ocurrido de no ceder a la curiosidad . Pero algo o alguien ( ?)  me impulsó a doblarme sobre el fondo , buscando la fuga . ¡ Dios misericordioso ! Allí , en efecto , encontré un hilo de granos de trigo duro , elípticos , casi diáfanos , que resbalaban mansamente hacia el suelo del silo ..., ¡ perdiéndose por una ranura !
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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