miércoles, 30 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 34 )

Y girando sobre los talones se dirigió a la salida , dispuesto a abandonar el lugar . Y el odio de Ismael se fue tras él como una ola  . Santiago  y los suyos se equivocaban . Aquella rata no sabía del perdón . Su crispada faz fue todo un aviso .
Y el grupo , silencioso , con las espadas en alto , se movilizó sin perder la cara del aparentemente vencido saduceo y su verdugo . Y quien esto escribe  , prudentemente  , se retiró con ellos  . Pero el Destino no había pasado aún aquella lamentable página  . No para mí .
Probablemente cometí una nueva torpeza . Aunque me alegro de que así fuera .
En lugar de imitar a mis compañeros , saliendo de espaldas , el exceso deconfianza me impulsó a hacerlo de frente . Y pagué por ello , aunque , insisto , de mil amores ...
De pronto , casi simultáneo a un agrio << ¡ Bastardo ! >>, sentí en el hombro derecho  el impacto de algo contundente . Mis amigos , fuera de la casa , no advirtieron el postre coletazo de rabia de Judá . Giré despacio . A mis pies se esparcían los restos de uno de los vasos de ágata .
Clavé la mirada en el atacante y , decidido , con una súbita e irrefrenable idea en el cerebro , avancé un paso .
El verdugo , no repuesto aún de la reciente humillación y desconcertado ante la serena actitud de aquel extranjero , palideció . Interrogó al saduceo y éste  , llevando la mano izquierda al cuello , le animó a que me lo rebanara de un tajo .
Pero el esbirro , desarmado , dudó . Buscó afanosamente , recorriendo la sala con la vista  , mientras este complacido explorador  deslizaba sus dedos hacia el extremo superior de la << vara de Moisés >> , al encuentro con el clavo de ancha cabeza de cobre que activa los ultrasonidos . Y aunque no disponía de las << crótalos >> , confié en mi buen tino.
Y recreándome , luciendo la más cínica de las sonrisas , aguardé a que recuperara un mínimo de quietud. Ismael , a media voz , saboreando lo que consideraba el principio de su venganza , animaba al acólito a terminar con mi vida .
Autor :
Un abrazo
Antonio Martinez

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