lunes, 14 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 26 de abril , miércoles ( 80 )

¡ Bendita criatura ! En un minuto desmanteló la coraza de pensamientos  azabaches que , como un segundo y negro firmamento , había entoldado el patio . Ninguno de los presentes - desazonados con la revelación de Santiago - le vió infiltrarse hacia el asiento que ocupaba  la absorta Rebeca . El caso es que  , en mitad de un plomizo silencio - lógica resaca  tras el oleaje provocado por la Señora - , la de Séforis  lanzó un alarido . Y braceando como una marioneta  , ayeando y saltando del banco de granito , hizo palidecer a la parroquia . Jacobo , a su derecha  , fue el primero que descubrió al atrevido truhán . Ruth y Santiago  , alarmados  , se precipitaron en auxilio de la desencuadernada mujer . Y el << celta >> , sospechando del pequeño Judá , su primogénito , hizo presa en una de sus orejas , reclamando una rápida explicación . Los gritos y pataleos del niño , las exigencias e improperios del padre , los aullidos de Rebeca , las maniobras de Ruth tratando en vano de introducir su brazo por el cuello de la túnica de la de Séforis  , las confusas preguntas de Santiago y las atropelladas recomendaciones de calma y serenidad por parte de la Señora  convirtieron el lugar en un << corral de locos >> en el que , excepcionalmente , hurón , gato de los pantanos y quien esto escribe  ostentaron la máxima cordura ...
La atolondrada escena remitió cuando la << pequeña ardilla >> , casi a empellones , se hizo con la perdida voluntad de Rebeca , empujándola hacia el interior de la vivienda . En la puerta , Miriam y Esta , alarmadas ante el galimatías , tuvieron el tiempo justo de hacerse a un lado .
El meteorico arranque de las mujeres  distrajoa Jacobo y el diablillo , arriesgando el todo por el todo , logró zafarse de la cólera paterna  , refugiándose entre sollozos en los brazos de su abuela . El albañil avanzó  hacia el sospechoso , dispuesto a salir de dudas . Pero María  , maternal , le paró los pies .
- Déjame a mi ...
Y tomando entre las manos  la churretosa cara de Judá secó sus lágrimas  , recomendandole que fuera sincero .
- Solo era un grillo - confeso al fin el causante del desaguisado.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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