jueves, 24 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 13 )

Pero al finalde este penúltimo murallón , al pie de la cuarta lámpara de aceite , algo me detuvo .
- ¿ Y eso ?
David aproximó la antorcha , iluminando tres orificios circulares que rompían el pavimento . Aparecían alineados , muy próximos a la cuarta y última pared y separados entre si por algo menos de dos metros .
- Silos .
No percibí el menor entusiasmo en la aclaración.. Pero el instinto me hizo vibrar.
- Se utilizan para el grano y los frutos secos .- y entregándome el hacha subrayó -: Son ciegos  ... No conducen a ninguna parte  .
Me arrodillé frente al primero . Y a pesar del jarro de agua fría  , lo exploré con calma . La boca , de un metro . permitía un cómodo acceso .
Me hallaba ante un vaciado en la piedra  , con forma de pera , de unos tres metros de profundidad por otros tres de diámetro mayor y meticulosamente  pintado en rojo . En definitiva  , una de las típicas construcciones de la Nazaret trogoldítica  . Los había a cientos en las grutas que proliferaban en la colina del Nebi . De acuerdo con nuestras informaciones - y así pude constatarlo en el subterráneo de la casa de Santiago -, estos silos , labrados a base de voluntad , formaban incluso racimos  , superponiéndose unos a otros . Los estudios y excavaciones de investigadores como Loffreda , Bagatti , Daoust, Manns o Testa eran irrefutables . En ocasiones , estas intríncadas redes de grutas-almacenes comunicaban con los patios y corrales interiores de las casas . Y animado por esta realidad objetiba me afané en localizar algún canal o escalera que pudiera llevarnos al exterior.
¡ Pobre ingenuo !
El fondo y las cóncavas paredes eran tan herméticas como todo lo anterior .
Repetí la operación en el segundo silo ante el escepticismo de mi acompañante . La única diferencia con el anterior era el color . Éste había sido bañado en añil . Dimensiones  y solidez resultaron ydénticas  . Ambos aparecían vacíos
David , desarmado , fue a sentarse al filo de la última boca . Y esperó el desastre.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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