jueves, 17 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 27 de abril , jueves ( 2 )

Y protegiendo una de las lucernas bajo el ropón, el albañil corrió hacia la boca del tunel . esta hizo lo propio y , por último , cerrando la << expedición >> , quien esto escribe  se deslizó igualmente por los peldaños labrados en la roca .
Mi primera visitaa a la segunda y escondida Nazaret me dejó perplejo . Una decena de toscos  escalones nos llevó a una cámara  de casi cuatro metros de longitud por dos de anchura  y poco má de 2,60 de altura , excabadas a a fuerza de pico y voluntad en una de las venas calcáreas sobre las que se sentaba  el poblado .
Dos nuevas lámparas , sabiamente dispuestas en las hornacinas practicadas a derecha e izquierda del cubículo , vinieron a animar el amarillo anémico de la flama que sostenía Jacobo . Y las sombras se entrecruzaron en la caverna  , poniendo en fuga  a una patrulla de ratas . En las alacenas , a un metro del suelo , descansaban numerosas vasijas y cátaras de arcilla , meticulosamente selladas con mazos de lino y estopa . Supuse que se trataba de una reserva alimenticia .
Y precedido por un par de sonoras maldiciones - estrechamente vinculadas a los progenitores de los roedores -, el albañil encorvó su humanidad , introduciéndose en una segunda oquedad . El acceso lo proporcionaba  un angosto agujero de un metro de alzada , abierto en el extremo opuesto a los peldaños . Allí fui a encontrarme con una especie de silo en forma de pera , de unos tres metros de altura por dos de diámetro mayor . La siniestra  cripta , de paredes groseramente amacheteadas , reunia a lo largo del perímetro  nueve avejentadas y estiradas ánforas de piedra , firmemente enterradas en el suelo rocoso . era el almacén de grano , vino y frutos secos .
Nada más ingresar en el estrecho recinto , las llamas oscilaron peligrosamente  . Fue necesario protegerlas  con las manos  . El parpadeo obedecía  a una débil corriente  de aire , provocada por algún conducto que no acerté  a descubrir  . La mujer examinó las vasijas . Todo se hallaba en orden  . Y a una señal de Esta  , Jacobo se inclinó sobre una de las panzudas ánforas . Trató de desplazarla  pero , al no conseguirlo , me rogó que le hechara una mano .Y al arrancarla  de la fosa circular en la que descansaba  apareció ante nosotros  la negra boca  de un pasadizo .Al final del mismo - fui incapaz de precisar a qué distancia - se escuchaba  el inconfundible  sonido del agua , precipitándose  con violencia en alguna suerte de pozo .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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