miércoles, 23 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El diario ( 7 )

Y como medida precautoria , el criado se reservó un puñado de << cerillas >> , acomodándolo en la faja .
Y sin más dilación nos embarcamos en el siguiente y no menos delicado ogjetivo : la exhaustiva exploración de la gruta . En mi ánimo - azotado por toda clase de incertidumbres y negros preagios - pujaba por sobrevivir una única y obsesiba idea : aquella pesadilla no podía prolongarse . Tenía que haber una solución . Tenía que dar con una salida ..
Inspiré profundamente . Calma . Sobre todo , calma . Cada paso debía ser meditado.
David me observó , aguardando alguna indicación . Retrocedí hasta los peldaños . Y le advertí que , a partir de ese momento , procurase pegarse a mi persona , iluminando mis movimientos . Asintió nervioso.
Inspeccioné la pesada muela . Negativo . Ni la fuerza de cuatro hombres la hubieran desplazado .
<< ¡ Calma ! >> me , fui repitiendo mentalmente .
Y girando sobre los talones presté toda mi atención a aquella primera oquedad . Al igual que el subterraneo existente  bajo la casa de Santiago y Esta , se trataba de una sala escabada en la roca calcárea . Se presentaba , tal y como anunciara el sirviente , como un almacén . A primera vista , la cubierta , groseramente cincelada , carecía de conductos o chimeneas de aireación . Aquello era una masa pétrea , cerrada y compacta . Y la angustía conquistó terreno en mi tembloroso corazón .
Paseé arriba y abajo , aparentando una frialdad que , en verdad , escapaba a chorros . El cubil resultó infranqueable . Aquel cajón , de cinco metros de longitud por cuatro de ancho y dos y medio de altura , sólo era una ratonera . La primera ratonera ...
La inspección de las alacenas fortaleció en parte las débiles esperanzas . ¡ Dios ! , en situaciones extremas , qué poco precisa el alma para empujar la voluntad ! ..
La voz de David , enumerando los dispares contenidos  de cántaras , ánforas y vasijas , me reconfortó . El corrupto sacerdote - haciendo justicia a la filosofía saducea - disponía de una surtida y lujosa despensa .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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