lunes, 28 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 29 )

Avancé con el decidido propósito de franquearla de nuevo y enfrentarme al irritante misterio . pero al apartar con el pie los mullidos almohadones de seda persa , dispersos sobre las losas de breccia , el rumbo de los acontecimientos cambió sustancialmente . En parte para bien y - cómo no - también para mal . Me explicaré .
El corazón de dio un vuelco . Y olvidando cuanto me rodeaba me precipité hacia el rincón donde , víctimas del mismo desorden , yacían semiocultas mis ropas y el cayado .
Aliviado , me felicité una y otra vez . Antes de lo imaginado - y de la forma más insospechada - logré rescatar la túnica color hueso , la chlamys azul celeste y la insustituible vara de Moisés .
Acaricié el cayado , examinándolo con ansiedad . No hallé desperfecto alguno . Al menos en apariencia .
Y sin más dolación me enfundé la túnica , enrrollando el engorroso manto alrededor del tórax y sobre el hombro.
Puede parecer pueril . Sin embargo , al contacto con la cálida y familiar lana de Judea , el ánimo se enderezó . Me sentí mas seguro.
Ajusté las cuerdas egipcias que formaban el cingulo o ceñidor y , de pronto , al reparar en mis pies desnudos , caí en la cuenta  que faltaba el calzado y la bolsa de hule impermeabilizado . Recordaba perfectamente cómo me había descalzado , depositando en el hall las sandalias << electrónicas >> , el único par disponible . En cuanto a la bolsa , yo mismo la anudé a la vara , entregándola - muy a mi pesar - al cuidado de uno de los sirvientes.
Nervioso , revolví los almohadones . Y gateando fui a deslizarme , incluso , entre las patas de marfil de la mesa .
Ni rastro...
Desasosegado ante las mortificante idea de perder también las vitales lentes de contacto y los denarios , continué arrastrándome con la vista clavada en el pavimento , apartando platos , jarras , restos de comida , bandejas , y otros enseres volcados y desperdigados en el forcejeo que , sin duda , precedió al sometimiento del saduceo.
Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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