jueves, 17 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 27 de abril , jueves ( 1 )

El reparador sueño al socaire del moral fue brusca y despiadadamente zanjado por unos goterones tan escandalosos como bien cebados . A mi lado , envuelto en el ropón , Jacobo roncaba  y silbaba ajeno a lo que se nos venía encima . No tuve  ocasión de despertarle . La estela  de truenos de una chispa electrica  sobre el Nebi le sacó del manto y , con un ojo abierto y otro cerrado , equivocó la dirección , yendo a topar con el tronco del árbol . Mal despertar , a fe mía .
Por el este clareaba ya un jueves , malamente encarado y vestido de tormenta . Un inoportuno frente frío procedente del Maditerráneo había asaltado la comarca con nocturnidad . La masa frontal se deslizaba  preñada  de oscuridades con los << yunques >> de << CB >> ( cumulonimbus ) altos como torres  , con aislados << boquetes >> y una base media de poco más de seiscientos metros . El aire cálido , potencialmente  inestable , había sido empujado y acuchillado por el frío y el resultado de la refriega  atmosférica  no se hizo esperar : aquello fue el diluvio . Y la aldea , pésimamente preparada para una contingencia  de este orden , dejó de ser un lugar aceptablemente  apacible para convertirse en una furiosa torrentera  de cien brazos  y otros tantos saltos de agua que fluían y escapaban por rampas y callejones  , minando terraplenes  e inundando muchas de las primitivas casonas . Las mujeres , en pie desde hacía rato , ultimaban la molienda del grano , asomándose de vez en vez al corral y mostrándose preocupadas por la suerte de Santiago . Al parecer , el impenitente cazador  , acompañado de su ayudante - el hurón - había partido en la última vigilia . María recostada en la plataforma , tan acostumbrada como Esta a las frecuentes salidas de su hijo , restó importancia a la cortina de llevia . En las colinas no era difícil guarecerse de la tormenta .
Concluido el ordeño de las cabras por Judá y su prima Requel fue servido el desayuno . Exploré la rodilla de la Señora y , satisfecho con su evolución , me dispuse a seguir a Jacobo y a la dueña de la casa . El agua empezaba a embalsarse en el corral y , según comentaron , convenía  revisar la cisterna y las ánforas almacenadas en el subterraneo . Esta me rogó que les acompañase . En caso de necesidad , el traslado de las vasijas requería del concurso de un par de hombres .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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