De madrugada , el viento cesó . El frente nuboso se alejó hacia el sur y , como suele ocurrir en estos casos , la mejoría fue espectacular.
05 horas y 42 minutos .
El sol despuntó veloz - casi impaciente -, caldeando la línea uniforme de las alturas que emergen al pie de la costa oriental del lago . Y una luz rasante y tornasolada lo bañó todo , descubriéndonos un espectáculo difícil de intuir . Atónitos , permanecimos como hipnotizados . Flavio Josefo se había quedado corto en su descripción de la pujante Galilea . En cualquier dirección , lomas , valles y planicies aparecían cubiertos de un manto vegetal sin principio ni fin , donde los bosques de encinas y terebintos , frondosos y ramificados , se contaban por decenas . Interminables campos de trigo y de cebada se perdían hasta el horizonte , dorando y verdeando faldas y llanuras . Y allí mismo , en la suave colina que nos servía de asentamiento , una hierba alta y húmeda alfombraba los declives , en dura competencia con regueros de rojas anémonas , lirios , margaritas de pétalos blancos y amarillos y cardos de un metro de alzada , cargados de unas flores violetas que se derramaban desde la cima del promontorio a las rocas basálticas - ahora amarillentas - de la ladera este . La occidental , más pedregosa , se hallaba igualmente estampada de gladiolos y karkom de un amarillo luminoso . Hacia el norte el norte , hasta la cumbre , la vegetación era similar , con apretados corros de monte bajo , entre los que sobresalían arrayanes , ortigas y acantos . ¡ Dios mío ! , ¿ cómo describir semejante vergel ?
<< Santa Claus >> procesó las últimas lecturas de los sensores exteriores , ofreciéndonos un << emagrama de Stüve >> francamente optimista : los niveles e condensación habían descendido , la visibilidad era ilimitada , la calma - entre 1 000 y 900 mb .- casi total y la presión en continuo ascenso . La jornada parecía perfecta y , eufóricos , pusimos manos a la obra . El primer y obligado movimiento consistía en un meticuloso rastreo de los alrededores . El cinturón infrarrojo seguía inalterable . y provisto de mi inseparable << vara de Moisés >> me deslicé hacia la laja de piedra .
Durante varios minutos , presa de los mil colores y de la fragancia que exalaba la tierra mojada , no supe qué rumbo tomar.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
05 horas y 42 minutos .
El sol despuntó veloz - casi impaciente -, caldeando la línea uniforme de las alturas que emergen al pie de la costa oriental del lago . Y una luz rasante y tornasolada lo bañó todo , descubriéndonos un espectáculo difícil de intuir . Atónitos , permanecimos como hipnotizados . Flavio Josefo se había quedado corto en su descripción de la pujante Galilea . En cualquier dirección , lomas , valles y planicies aparecían cubiertos de un manto vegetal sin principio ni fin , donde los bosques de encinas y terebintos , frondosos y ramificados , se contaban por decenas . Interminables campos de trigo y de cebada se perdían hasta el horizonte , dorando y verdeando faldas y llanuras . Y allí mismo , en la suave colina que nos servía de asentamiento , una hierba alta y húmeda alfombraba los declives , en dura competencia con regueros de rojas anémonas , lirios , margaritas de pétalos blancos y amarillos y cardos de un metro de alzada , cargados de unas flores violetas que se derramaban desde la cima del promontorio a las rocas basálticas - ahora amarillentas - de la ladera este . La occidental , más pedregosa , se hallaba igualmente estampada de gladiolos y karkom de un amarillo luminoso . Hacia el norte el norte , hasta la cumbre , la vegetación era similar , con apretados corros de monte bajo , entre los que sobresalían arrayanes , ortigas y acantos . ¡ Dios mío ! , ¿ cómo describir semejante vergel ?
<< Santa Claus >> procesó las últimas lecturas de los sensores exteriores , ofreciéndonos un << emagrama de Stüve >> francamente optimista : los niveles e condensación habían descendido , la visibilidad era ilimitada , la calma - entre 1 000 y 900 mb .- casi total y la presión en continuo ascenso . La jornada parecía perfecta y , eufóricos , pusimos manos a la obra . El primer y obligado movimiento consistía en un meticuloso rastreo de los alrededores . El cinturón infrarrojo seguía inalterable . y provisto de mi inseparable << vara de Moisés >> me deslicé hacia la laja de piedra .
Durante varios minutos , presa de los mil colores y de la fragancia que exalaba la tierra mojada , no supe qué rumbo tomar.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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