domingo, 1 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 17 de abril , lunes ( 19 )

La excusa no le sirvió de mucho . Andrés intercambió algunas palabras con el resto y , convencidos de que aquélla era una nueva travesura del muchacho , adoptaron la posición más sensata . El ex jefe de los galileos se arrodilló frente a él y , acariciando los sudorosos cabellos , intentó persuadirle , haciéndole ver que , a su ídolo , no le hubiera entusiasmado semajante fuga . Juan Marcos ,impaciente , desvió la mirada , buscando apoyo en los silenciosos discípulos  . Nadie cedió . Y el asunto quedó liquidado . El adolescente bajó la cabeza y , pateando con rabia , salió como un meteoro en dirección a la ciudad .
Antes de que se pusieran nuevamente en movimiento , aproveché la circunstancia para resolver mi incomoda situación . Algunos se extrañaron ante lo inesperado de mi despedida . A pesar de mi condición de gentil , la mayoría sentía un sincero aprecio por aquel larguirucho y aparentemente bravo comerciante griego , que no les había abandonado en tan difíciles momentos . Juan y Andrés presionaron para que siguiera conj ellos hasta la Galilea . La excusa de mis negocios en Jerusalén no fue muy convincente . Sin embargo , habituados a mi contradictorio comportamiento , no insistieron . Les adelanté que << determinadas transacciones comerciales >> me conducirian en breve a las ciudades de Tiberíades y Cafarnaum y que esa sería una inmejorable oportunidad para reanudar nuestra amistad y seguir abonando mi leal admiración hacia Jesús - remaché - << que estabacambiando mis esquemas >> Supongo que me creyeron . Instantes después partíamos en direcciones opuestas . Ellos hacia Betania y yo , cargado de remordimientos , al encuentro del módulo.
Esperé a que desaparecieran en el entramado de la aldea . No había tiempo que perder . Abandoné la solitaria vía principal y , como en ocasiones precedentes , inicié la ascensión del monte de los olivos  por la estrecha senda que serpenteaba hacia la cima . El encendido grana de aquel amanecer presagiaba un día radiante  , al menos en aquellas latitudes . Me sentí reconfortado . La operación marchaba . Y lo inminente de la nueva singladura , rumbo al norte , me llenó de fuerza . A mi paso , bandadas de pardas alondras remontaron el vuelo , planeando inquietas sobre las hileras de olivos y acebuches . Todo parecía tranquilo.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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