domingo, 1 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del mayor - Tomo 3 - 17 de abril , lunes ( 18 )

Alguien acució en mi auxilio . Cuando , al fin , comprendí lo ocurrido , Simón , el Zelote, blandiendo su espada  , me recordó que había estado a un paso de la muerte y que , en lo sucesivo , me mostrara más cauteloso . Tomé buena nota . aquella desafortunada situación no debia repetirse.
El grupo , sin embargo , alejado el peligro , se alegró de haberme recuperado . Y ufanos y desenvueltos cargaron de nuevo los bártulos y remprendieron el camino . Si he descripto este incidente no ha sido sólo por ser fiel a lo que me tocó vivir . Entiendo que la actitud de los llamados << embajadores del reino >> - prestos a desenfundar sus armas  y repeler el ataque - resulta de suma importancia para comprender mejor sus ideas e impulsos . A pesar de las enseñanzas y de la posible resurrección de Jesús  , los íntimos  necesitarían de un prolongado proceso de cambio y maduración para llegar a ser los dóciles y pacíficos apóstoles que , años más tarde , no dudarían incluso en sacrificar sus vidas en beneficio de la evangelización de los hombres . Creo sinceramente  que , en estos dos mil años  , los cristianos han sublimado lam imagen individual y colectiva del cuerpo apostólico , elevándola a una categoría que no corresponde a la realidad . En aquel tiempo , como acabo de relatar , el comportamiento de los galileos discurrían por unos cauces mucho más lógicos  y humanos de lo que hoy enseñan y pretenden las iglesias . Pero tiempo habrá de seguir aportando pruebas .
Los contratiempos no habían concluido . A un tiro de piedra  de la encalada Betania  surgió el segundo problema  de la mañana . La hacienda de Marta y María  era un obligado alto en el camino . Los Zebedeos deseaban abrazar a Salomé , su madre , y , al mismo tiempo , recibir en el grupo a María , la madre del Maestro , escoltándola  hasta Bet Saida . pero , inesperadamente  , de entre las higueras y sicomoros  que sombreaban la ruta , un conocido personaje saltó al centro del sendero , obligándonos a suspender la marcha . Perplejos , los once se miraron unos a otros , sin saber qué hacer . Y el benjamín de los Marcos , jadeante por la carrera practicada desde Jerusalén y churretoso por el reciente llanto , esbozó una no muy confiada sonrisa .
- Quiero ver al rabí...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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