martes, 10 de noviembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 3 - 19 de abril , miercoles ( 1 )

Mi hermano de expedición , previsor y meticuloso , me previno . Las reservas alimenteias y de agua se agotaban . Estas cosas , de aparente poca importancia  , jugaban también su papel . Y en ocasiones , como se verá  , nos forzaron a bruscos cambios en los planes  . En este caso , la alteración del programa resultaría providencial . Los víveres , cómo ya expliqué  , habían sido programados para un total de doce días . reduciendo la dieta  podíamos reistir  hasta el mediodia  fel viernes , 21 . Pero tampoco era cuestión de agobiarnos  con servidumbres de esta índole . Nuestras fuerzas e inteligencia  debían estar prestas y al servicio de menesteres menos prosaicos . Así que , de mutuo acuerdo , convenimos en romper lo programado por Caballo de Troya . Ese mismo miércoles , 19 de abril , descendería a la cercana población en busca de alimentos . Pero antes , aprovechando la serena y soleada mañana , intentaríamos solventar otro asunto .
La colina continuaba desierta . Ello nos animó a poner en marcha nuestra primera salida conjunta del módulo . La temperatura en el exterior - 11 ºC a las 07 horas -, con certeras posibilidades de ir aumentandon hasta 21 o 22 hacia el mediodía , y un 49,5 de humedad relativa , eran signos que anunciaban un día templado , muy adecuado a nuestros propósitos .
Y Eliseo , sin reprimir la emoción , cambió su habitual mono de trabajo por una vestimenta propia de la época , sustancialmente similar a la mía : un  faldellín o falda corta marrón oscura y una túnica negra , de lino , con dos franjas rojas y paralelas en el centro , que se prolongaban por delante y por detrás , al estilo de las confeccionadas en En Gedi , en la costa occidental del mar Muerto . El cíngulo o ceñidor , trabajado en cuero y de 10 centímetros de anchura , era diferente al mío . Consistía en una utilisima pieza hueca , idéntica a lasm halladas en las ruinas de Masada , que permitía guardar dinero y pequeños enseres . Una fíbula de bronce , simulando un arco , hacía de cierre .
El calzado para esta fugaz escapada de la nave tampoco fue muy diferente al usado habitualmente por quien esto escribe : sandalias con suela de esparto , trenzados en las montañas turcas de Ankara , pulcramente perforadas por sendas parejas de tiras de cuero de vaca , debidamente empecinadas , que se enrrollaban a la canilla de la pierna .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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