viernes, 28 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 80 )

Juan , nervoso e impaciente  , le increpó desde la boca del sepulcro. Entoncer comprendí  que el Zebedeo no había tenido ocasión de distinguir  con claridad la superficie del banco donde descansó el cuerpo del Maestro  . Era lógico . Aunque el sol  había remontado ya el perfil  del monte de los Olivos  , iluminando las tierras con una dulce y meridiana  claridad , la luz que irrumpía en la cámara mortuoria  era escasa . Y supongo que el decidido Pedro , como la Magdalena  y como yo mismo , se había contentado con palpar el vacío ...
- ¿ Qué ... ?
Simón Pedro no pestañeó  siquiera . Y con un vago ademán de su mano izquierda  le invitó a que entrara .
Juan torció el gesto y , contrariado por el mutismo de su hermano , se situó en cuclillas  . Agachó la cabeza  y se perdió en las tinieblas del sepulcro .
Su estancia en el interior  fue algo más prolongada  que la de su predecesor . Cuando retornó , a diferencia de Pedro , su cara aparecía radiante , transfigurada  ...
Durante un par de minutos  no dijo nada  . Se dejó caer  de espaldas contra el frontis  de la cripta  y , entornando los ojos  , le vi llorar . Fueron unas lágrimas silenciosas , apacibles , que decían más que todas las palabras del mundo.
Pedro terminó por volver a la realidad  y , con un amargo rictus en sus labios , exclamó :
- ¡ Hijos de mala madre  ! ... ¡ Han profanado su tumba  !
La reacción del pescador debió encender a Juan . Y abriendo sus ojos fue a sentarse a su lado . Visiblemente alterado , señalando a la boca de la cueva  , el más joven de los Zebedeos  trató de convencerle de algo en lo que , al parecer , no había reparado su amigo : la extraña  disposición de la mortaja . ¿ Cómo explicarlo ? ¿ Por qué  los supuestos  profanadores  no se habían llevado la sábana y el sudario ? ...
Los argumentos  - tan agudos como razonables - no comovieron a Pedro . Mientras Juan discutía , refunfuñaba  y le llamaba << terco ) y << Necio >> , Simón , inalterable  , se limitaba a negar con la cabeza , repitiendo como un papagayo :
- ¡ Lo han robado ! .... ¡ Lo han robado !
Autor : J.J.benitez Un abrazo Antonio Martinez

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