lunes, 24 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo - año 30 ( 60 )

Andrés intercedió , pidiendo calma  a su fogoso hermano . Y Simón , refunfuñando , accedió a sentarse  de nuevo , mientras Judas de Alfeo- uno de los gemelos  - le ofrecía  una escudilla  y una de las tortas de trigo  . Pero el pescador  , de un manotazo , arrojó el cuenco contra el suelo , esparciendo la leche por el brillante  piso de madera . La violenta  y típica  reacción de Pedro sólo contribuyó  a revolver los ya agitados ánimos  . Y varios de los discípulos  le recriminaron su actitud  , enzarzandose  en un agrio intercambio de insultos e improperios .
Aquel estallido - así me lo confirmaría  Andrés  poco despues  - no era otra cosa que la lógica  y humana conseduencia  de la fuerte presión a que se hallaban sometidos  desde la captura  y crucifixión de su rabí . No eran las dudas o la deseperación las que habían nublado la inteligencia de aquellos hombres  . Era  algo mucho peor  . El miedo al Sanedrín y a la policía  del Templo y la verguenza individual y colectiva  ante la ignomonoisa  ejecución de su << lider >> . El hecho  da haber permanecido en la planta superior  de la casa de los Marcos  durante tantas horas , con las espadas ceñidas en sus costados  y sin fuerza para regresar a sus hogares , en la Galilea  , era la mejor  y más palpable  demostración del terror  que les dominaba  . Por supuesto , esta tensa situación les había hecho olvidar , incluso , las promesa de Jesús sobre su vuelta a la vida  . Por ello , cuando las hebreas  acudieron presurosas al cenáculo , todos  - sin excepción - las tomaron por locas , necias y visionarias .
Y en mitad de losm gritos y maldiciones , mientras María , silenciosa y pacientemente  , procuraba enjugar la leche  derramada y Juan Marcos  , asustado , se apretaba a mi brazo , unos golpes secos retumbaron en la estancia . El discípulo que yacía en el diván , al pie del muro , había empezado a golpearse la frente contra la piedra . Juan , el Zebedeo , saltó de su banco y se precipitó hacia su compañero sujetándole  por los hombros . Pero el fornido apóstol  , presa de un ataque de histeria  y desesperación  , continuó lanzando su cráneo contra la pared . Impotente , el enjuto y joven discípulo  se revolvió hacia el el grupo solicitando ayuda  . Y al momento , Andrés y los gemelos  acudieron a su lado , inm,ovilizando a Simón , el Zelote . Efectivamente , se trataba  del impulsivo simpatizante  del grupo revolucionario .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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