sábado, 22 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo - año 30 ( 48 )

la luz de la mañana  blanqueaba  sus murallas  , pintando de rojo y amarillo la caliza de sus abigarradas viviendas , que trepaban  cuadradas a ambos lados  del valle del Tiropeón  . En los dos grandes barrios  - el del noroeste  y el de Akra - se elevaban ya , perezosas  , buen número de finas columnas de humo gris  . La vida despertaba  pujante y desenfadada  . Y entre  el ocre cúbico de miles de casuchas  , tabicado con otras tantas  y móviles ombras  , los palacios de los Asmoneos  , de Herodes y de los sumos sacerdotes  , con sus torres  de agujas doradas  y sus blancas azoteas  . Más allá  , en el oeste  , el peregrino podía distinguir  el quebrado perfil  de la muralla  , abrazando la ciudad  y corriendo desafiante  hasta la cumbre del cerro del Gareb.
Un cosquilleo fue invadiéndome  conforme me acercaba  a la transitada puerta de los Peces  , en el muro norte . Desde tempranas horas , el trasiego de hombres y bestias  y carros era incesante .
Lancé una mirada  a mi comprometedor atuendo  y , con una punta de recelo  , aferrándome  con fuerza a la << vara >> , caí en aquella marea de comerciantes  , hortelanos , pastores , peregrinos  de mil tierras y rebaños de monótonos  balidos .
Jornaleros  tan andrajosos  como yo , portando toda suerte de herramientas agrícolas , salían en cuadríllas o en solitario , rumbo a losm huertos y campiñas .
Y a las puertas de la ciudad , lisiados , mendigos  y pícaros alargaban sus famélicos  brazos al paso de los viandantes , haciendo sonar algún que otro leptón en el fondo de sus escudillas , pregonando sus miserias entre gañidos o solicitando la benevolencia y la caridad.
Varios traficantes de Alejandría  , luciendo lujosas galas de lino , contemplaban extasiados la resplandeciente y altiva cúpula del Templo , provocando comentarios  de admiración entre los judíos  menos favorecidos por la fortuna . Y entre semejantes  baraúnda  , cientos  de peregrinos  , entrando  y saliendo del recinto  amurallado , esquivándose mutuamente  o disculpandose  con exagerados  e interminables  ademanes  cuando tropezaban entre sí . Los había de todas las latitudes  : hebreosn  de Babilonia  de negros mantos  hasta las sandalias , persas de rutilantes sedas recamadas de oro y plata  , judíos  de las mesetas de Anatolia con sus típicas hopalandas o faldas de pelo de cabra y fenicios de calzones multicolores ....
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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