viernes, 21 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo - año 30 ( 37 )

El rocío del alba no tardó en humedecer mis sandalias  y y decenas de gotitas de agua fueron quedando prendidas entre el vello y la << piel de serpiente >> de mis piernas.
Aunque había tomado  algunas referencias en mi primera visita a la finca  del anciano sanedrita  - durante el triste traslado del cuerpo sin vida del rabí -, tal y como me temía  , nada más  salvar el corto prado , un endemoniado laberinto de cercas  , serpenteantaes veredas y altos setos  de amargas artemisas  retrasó mi avance  . Guiándome  por las cuatro torres Antonia  ( siempre a mi espalda ) , el estallido rojo del nuevo sol ( por mi derecha )  , y los esporádicos balidos del ganado que descendía  por el camino de Samaria ( a mi izquierda ) , fui penetrando entre los huertos , con la esperanza de topar , de un momento a otro , con la cerca  de estacas blanqueadas que cerraba la propiedad de José . Y , súbitamente , a mi izquierda  , escuché un tipico saludo judío :
- Schalom alekh  hem... !
Aquel << la paz sea contigo >> procedía de un madrugador campesino quien , al verme pasar frente a su campo , se destacó por detrás de un magnífico sicomoro . Llevaba el chaluk o túnica  arrollada a la cintura . mostrando unas piernas velludas y famélicas . Cargaba sobre su hombro  derecho un hinchado pellejo de cabra .
- ¡ Salud ! - me apresuré a responder , adoptando un tono cordial -. Busco el huerto de José , el de Arimatea ...
Al percibir ,i acento extranjero , el judío torció el gesto , manifestando su contrariedad . Y refunfuñando  algunas maldiciones  - entre las que llegué  a distinguir un << ¡ maldita sea tu madre ! >> -, me dio la espalda  , continuando con un singular riego de la tierra . Al abrir el cuello del rústico odre , un chorro rojizo se precipitaba sobre los surcos . Era sangre  . En realidad no se trataba de un riego propiamente dicho , sino de un fertilizante . Buena parte de la sangre  que corría en los patios  del Templo durante los sacrificios  rituales de animales  era aprovechada  por la casta sacerdotal  , siendo vendida a los agricultores . La explanada  de dicho santuario , perfectamente enlosada y en declive  , había sido acondicionada  con una red de canalillos  que recogía  los miles de litros  de sangre de bueyes  , corderos , etc . , almacenándolos  en cisternas subterráneas  . La sagre sobrante  se perdía en la torrentera  del Cedrón , sabiamente conducida  por un canal de desagüe . Ésta era la explicación a la misteriosa << agua roja >> que habíamos detectado desde el módulo en nuestra primera  aproximación a la Ciudad Santa.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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