martes, 18 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo - año 30 ( 23 )

y , aturdido , eché mano a la bolsa de hule . Pero , cuando me disponía  a abrirla , varias de las carrascas situadas a cinco o seis metros oscilaron violentamente  . Sentí cómo la sangre se enfriaba  en mis venas ....
<< Algo >> avanzaba hacia mí . Era una sombra  baja  y alargada  .¡ No ! , dos ...
Retrocedí un par de pasos  , pero con tan mala fortuna  que tropecé  en uno de los peñascos  , desplomándome estrepitosamente  ... Pulsé la conexión auditiva .
- ¡ Dios !
- ¡ Jasón  ! ... ¿ Que sucede  ?
Eliseo había escuchado mi exclamación y , alarmado , abrió la conexión auditiva .
No hubo tiempo para una respuesta  . Los bultos se habían detenido y , casi simultáneamente  , emitieron unos agudos y y estremecedores aullidos .
- ¡ Jasón ! - insistió mi hermano-. ¿ Qué ha sido eso ? ¡ Responde !
Me incorporé  de un salto . Un nuevo y despiadado escalofrío tensó los cabellos de mi nuca  , erizándolos como clavos .
- ¡ No ... lo ...sé  ! repliqué sin aliento -. ¡ Parecen chacales  ! ...¡ O quizá perros salvajes !
Yo había tenido ocasión de contemplar en mi anterior exploración algunas de las manadas  de perros asilvestrados  - mitad lobos , mitad chacales comunes  o Canis aureus  , tan peligrosos  como sus congéneres  , los africanos de lomo negro o los bandeados  - deambulando por los alrededores  de la Ciudad Santa y devorando carroña  . Aquellos famélicos  , ariscos  y peligrosos  perros - chacales , muy distintos  a los canes domésticos  que hoy conocemos  , eran una pesadilla  para el infortunado peregrino que viajaba solo . Y aquel desfiladero y el basurero ubicado al sur - la célebre Géhene  - constituían un territorio muy propicio para sus correrías.
Las sombras fueron acercandose .
- ¡ Jasón !...
Cuando los tuve a poco más  de tres o cuatro metros  , dos pares de ojos semirrasgados y de color miel relampaguearon en la oscuridad . Y levantando la cabeza  , arreciaron en sus aullidos , que rebotaron una y otra vez  entre las paredes  de la barranca .
Autor : j.j. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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