viernes, 21 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo - año 30 ( 42 )

Conforme fui aproximándome  al nacimiento de los escalones que conducían al estrecho callejón , << antesala >> de la tumba  , mi alma fue tensándose  . Mi respiración se agitó y , al enfrentarme a la << boca >> de la cripta  , los viejos escalofríos  aparecieron  incontenibles  . Durante algunos minutos  - ¡ quién sabe cuántos  ! - permanecí inmovil e hipnotizado ante  aquella  abertura  cuadrangular , parcialmente  taponada  por la tosca  y pesada rueda  de molino que servía de cierre . En esos momentos  - presa de una angustia  y unas dudas inenarables - no caí  en la cuenta  de un muy interesante  << detalle >> relacionado con la mencionada losa  circular . Mi espíritu racional y científico seguía revelándose . A pesar de lo vivido con el Maestro , a pesar del innegable poder de aquel Hombre , a pesar de su misteriosa y atractiva naturaleza , a pesar de todo ... yo seguía dudando .
<< No es posible - me repetía  una y otra vez -. No es posible que un cadáver, despues de 36 horas ...>>
Unas familiares saquitos  de arpillera  , cuidadosamente  depositados  sobreb el último  de los escalones  , vinieron a rescatarme  de tanta y tan profundaincertidumbre . Eran los utilizados  por José y Nicodemo durante los agitados  minutos  que procedieron al cierrem del sepulcro . Y recordé  cómo las mujeres  , ya de regreso a Jerusalén  , se habían hecho cargo  de las cien libras  de acíbar y mirra  , con las que ,  nada más ñorir  el sábado , se proponían rematar el precipitado lavado y embalsamiento de Jesús .
Descendí las escalinatas e , inclinandome  sobre el saco más grande , procedí a examinarlom  . Estaba sin abrir . Creí reconocerlo . Se trataba de los 15 o 20 kilos  de polvo granulado  , de color amarillo oro y sumamente  aromático  . Debía ser acíbar o áloe .
A su lado , un hato escondía  el mismo y campanudo jarro de cobre  que había visto manipular  a los amigos del rabí  en el sepulcro . Se hallaba meticulosamente  lacrado con un tapón de tela  . Deduje  que estaba ante aquella sustancia pastosa  , gomorresinosa  , que identifiqué como mirra .
En un tecer envoltorio firmemente anudado descubrí al tacto un segundo recipiente  de metal . Lo agité y creí escuchar el sonido del agua  . Quizá fuera una vasija destinada al aseo del cadáver..
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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