jueves, 20 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo - año 30 ( 36 )

Frente a mi , desde los 800 metros de altitud del Gareb - al oeste -, hasta los 735 de Beza`tha - situado a mi derecha  -, aquella suave sucesión de colinas  se hallaba sembrada de pequeños y medianos huertos  , repletos  de higueras , cipreses de perfumada y apretada madera  , enebros de hasta veinte metros  de altura , terebintos  ramificados  y exuberantes  , de hojas  muy parecidas a las del nogal y de penetrante fragancia  y , en fin , de abundantes  y selectos  frutales  . Ante semejante vergel  , comprendí las serias dificultades de Tito cuando , 36 años más tarde , al sitiar Jerusalén , avanzó con su ejercito desde el monte Scopus , algo más al norte de donde yo me encontraba .
De haber continuado por el sendero inicial , tomando frente a la puerta de los Peces  el desvío que llevaba a Samaria , quizá  mis problemas  se hubieran multiplicado . Mi aspecto era penoso y llamativo y , muy probablemente , habría despertado  la curiosidad de los comerciantes  , campesinos  y pastores  que , mucho antes de aquella << aurora de dedos rosados  >> - como habia  cantado Homero -, arreaban sus jumentos  y rebaños  en dirección al gran mercado del barrio alto de la ciudad : el sûq ha - `elyon.
( Muchas de las  hortalizas , grano y otros productos del campo procedían en aquellos tiempos de Samaria y de la llanura fronteriza con Idumea . )
Contemplada desde la muralla norte de Jerusalén , bien desde la referida  puerta de los Peces  o desde los muros de Antonia  la finca de José  se asentaba a la derecha  de la citada ruta norte  - la de Samaria - , derramándose hacia el este  , en una recogída  hondonada  , fronteriza  con las colinas  de Beza `tha . Era un auténtico prodigio que los israelíes  hubieran conquistad aquellos suelos calcáreos  y pedregosos  , transformando cada palmo de tierra  útil en una bendición . A pesar de ello , las blancas calvas pétreas despuntaban aquí y allá  , entre los macizos  de árboles  y sembrados . Mi objetivo , precisamente , era una de aquellas formaciones rocosas  . Y atraido por aquella fuerza  irresistible  , me aventuré  por la verdeante  pradera  . La tibia primavera  y las lluvias  de marzo habían alzado la hierba , salpicádola de gladiolos  silvestres  y de las pequeñas flores  << del viento >> - las anémonas -, con sus campanillas de color violado púrpura .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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