jueves, 27 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 78 )

Aquellos minutos me ayudaron  a recobrar el resuello . Confirmé a Eliseo mi posición y este  , prudentemente  , re recordó que eran las 09 horasy que tenía  90 munutos  para retornar a la << cuna >> . No lo había olvidado . Pero antes debía ingeniármelas para sustraer temporalmente  una de las piezas vitales en todo aquel enredo y , por supuesto , en nuestra nueva << exploración >> .
No tuve que esperar mucho . A los pocos segundos de cerrar la connexión auditiva  , Juan se presentó en la bifurcación del sendero que nacía  en la cancela de entrada de la finca . Venía sudoroso , muy agitado , respirando escandalosamente por la boca u con sus negros y grandes ojos desorbitados  . En su rostro había una mezcla de miedo y esperanza .
Antes de elegir el ramal que conducía  al sepulcro  dedicó unos instantes a inspeccionar los alrededores . El joven discípulo sabía lo de la guardia  y , aunque la de Magdala había repetido que el lugar estaba  desierto , optó por cercionarse . Convencido de que la zona se hallaba en calma  , dio unos cuantos y cautelosos pasos  , deteniendose al descubrir los esparcidos mantos de los levitas . Aquello le sorprendió . Se agachó y , tomando uno de los bastones , masculló con rabia :
- ¡ Bastardos !
Soltó el arma con asco y , secándose el sudor de la frente con la amplia manga  izquierda  de su túnica  color hueso , miró al frente , directamente  a los peldaños  que descendían al foso o antesala de la cueva funeraria . Dudó . Y al bajar el primer escalón quedó inmóvil . Volvió la cabeza  en dirección a la vereda  por la que había llegado  y , con una mueca de impaciencia  ante la tardanza de su amigo , se encogió de hombros  . Lo vi salvar las breves  escaleras y detenerse  de nuevo en el estrecho callejón . Al hallarse de espaldas no pude saber cuál fue su reacción  ante la visión de las rocas removidas . Seguía indeciso  . Se situó frente a la boca de la cueva  y , tras lanzar una segunda  ojeada  a sus espaldas  , se inclinó , intentando  escrutar el oscuro interior  de la cripta  . Así permaneció , en cuclillas  y con la mano izquierda  apoyada en el filo superior de la losa circular que medio taponaba  la entrada  , hasta que unos resoplidos  y dramáticos jadeos le alertaron  y obligaron a girar  por tercera vez . Era Pedro.
Aunque , en efecto , yo le había  visto salir el primero de la mansión de los Marcos  , su mayor edad y la nada despreciable  grasa que se acumulaba en su vientre  y lomos lo habían dejado rezagado .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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