jueves, 27 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 76 )

Al salir de la casa  establecí una fugaz conexión con el m´dulo , anunciando a Eliseo  que me disponía  a cubrir otro de los  objetivos del plan . Eran las 08 horas y 45 minutos .
El bullicio había ido en aumento en las calles de la ciudad  y , siguiendo la inteligente recomendación de mi hermano , decidí  evitar las aglomeraciones . había perdido de vista a los discípulos , pero imaginaba  cúal podía ser su derrotero  . Con toda probabilidad , recorrerían - a la inversa - el mismo camino que yo había seguido para llegar a la mansión de Elías Marcos  . Si actuaba con diligencia  , quizá llegase al mismo tiempo que ellos ..
Ascendí rápidamente por la rampa que desembocaba  en la fachada sur del palacio herodiano , abandonando el recinto amurallado por la puerta de los Jardines o del Ángulo . Y desde allí , corriendo siempre en paralelo a los sectores oeste y norte  de la muralla  , no tardé  en avistar la doble joroba rocosa del Golgota .Mi espíritu se estremeció  al reconocer las stipes verticales , negras y desnudas , recortándose  sobre el fondo azul del cielo . Pruré no mirar  y seguí mi frenética  carrera  , entre las atónitas miradas de los peregrinos  que habían montado sus tiendas al socaire de los muros  y que , sentados sobre sus esteras , se afanaban en la molienda del grano  , peinaban sus barbas y cabelleras con anchos peines de madera  o remivían los grandes comunitarios  . Dejé  atrás el concurrido camino que partía de la puerta  de Efraim  en direcció a Jaffa , no sin antes  escuchar las maldiciones de un indignado aguador  con el que había topado y cuyo odre , inevitablemente  , rodó por tierra  . No estoy muy seguro , pero creo que mi descenso desde el cerro del Gareb hacia el valle del Tiropeón se vio acompañado de alguna  que otra piedra  , furiosamente arrojadas por el atropellado y por los arreadores de ovejas cuyos rebaños quedaron medio descontrolados a mi paso .
Jadeante , crucé la senda de Cesarea , corriendo pendiente abajo , al encuentro de la ruta  que conducía al norte .  Al pisar el camino de Samaria  me detuve unos segundos  . Necesitaba  oxígeno . Me asomé a la vertiente oriental de la calzada , tratando de reconocer la propiedad de José . Un destello me hizo  volverel rostro hacia la izquiera . Y con no poca inquietud distinguí al fondo del polvoriento camino una turmae romana  : una pequeña unidad de caballería  .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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