No pude evitarlo . Sentí pena por el agotado pescador . Juan se precipitó escalones arriba y , al verle , Simón Pedro se quedó quieto , interrogándole con la mirada . Pero su esfuerzo había sido excesivo y tuvo que reclinarse en uno de los frutales , llenando el silencio del lugar con interminables y anhelosas respiraciones . Su recortada barba cana goteaba un copioso sudor , mientras su túnica aparecía empapada y pegada a las carnes .
Pero su curiosidad e inquietud eran más fuertes que el cansancio , Y con un gesto de sus manos - incapaz de articular palabra - , interrogó de nuevo a su compañero . Juan , desde el filo de los escalones , negó con la cabeza . Pero no supe que quiso decir . E imagino que Pedro tampoco interpretó correctamente aquel gesto negativo . ¿ Se refería el discípulo a la ausencia del cadáver o trataba de explicarle que no había tenido ni tiempo ni oportunidad de penetrar en la gruta ?
Pesadamente , sin dejar de jadear , con un mal disimulado disgusto que hacía más pronunciadas las arrugas de su rostro , Simón se fue hacia su amigo y , sin mediar pregunta o comentario por ninguna de las dos partes , se lanzó peldaños abajo . A mitad de camino , al descubrir el negro orificio de entrada , titubeó . Fue una décima de segundo . Y , como un meteoro , se puso de rodillas , entrando en tromba en el sepulcro . Juan , perplejo y admirado ante el indudable valor de su compañero , no se movió .
No había transcurrido ni un minuto cuando vi aparecer la calva del galileo . Esta vez , su salida de la cueva fue lenta y cansina . Tanto Juan como yo estábamos pendientes de su faz y de su posible reacción . Se incorporo con dificultad y , con pasos tambaleantes , sin despegar los labios , fue a buscar acomodo en la roca que servía de protección a la boca del pozo y que , como dije , se hallaba tumbada frente a la fachada de piedra del panteón . Sus ojos claros estaban fijos en ninguna parte . Parecía hipnotizado . Pálido y ajeno a cuanto le circundaba .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Pero su curiosidad e inquietud eran más fuertes que el cansancio , Y con un gesto de sus manos - incapaz de articular palabra - , interrogó de nuevo a su compañero . Juan , desde el filo de los escalones , negó con la cabeza . Pero no supe que quiso decir . E imagino que Pedro tampoco interpretó correctamente aquel gesto negativo . ¿ Se refería el discípulo a la ausencia del cadáver o trataba de explicarle que no había tenido ni tiempo ni oportunidad de penetrar en la gruta ?
Pesadamente , sin dejar de jadear , con un mal disimulado disgusto que hacía más pronunciadas las arrugas de su rostro , Simón se fue hacia su amigo y , sin mediar pregunta o comentario por ninguna de las dos partes , se lanzó peldaños abajo . A mitad de camino , al descubrir el negro orificio de entrada , titubeó . Fue una décima de segundo . Y , como un meteoro , se puso de rodillas , entrando en tromba en el sepulcro . Juan , perplejo y admirado ante el indudable valor de su compañero , no se movió .
No había transcurrido ni un minuto cuando vi aparecer la calva del galileo . Esta vez , su salida de la cueva fue lenta y cansina . Tanto Juan como yo estábamos pendientes de su faz y de su posible reacción . Se incorporo con dificultad y , con pasos tambaleantes , sin despegar los labios , fue a buscar acomodo en la roca que servía de protección a la boca del pozo y que , como dije , se hallaba tumbada frente a la fachada de piedra del panteón . Sus ojos claros estaban fijos en ninguna parte . Parecía hipnotizado . Pálido y ajeno a cuanto le circundaba .
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez
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