jueves, 27 de agosto de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 79 )

No pude evitarlo . Sentí pena por el agotado pescador  . Juan se precipitó escalones arriba  y , al verle  , Simón Pedro se quedó quieto  , interrogándole con la mirada  . Pero su esfuerzo había sido excesivo y tuvo que reclinarse  en uno de los frutales  , llenando el silencio del lugar con interminables  y anhelosas respiraciones  . Su recortada barba  cana goteaba  un copioso sudor , mientras su túnica  aparecía empapada  y pegada a las carnes .
Pero su curiosidad e inquietud eran más fuertes que el cansancio , Y con un gesto de sus manos  - incapaz de articular palabra - , interrogó de nuevo a su compañero . Juan , desde el filo de los escalones , negó con la cabeza  . Pero no supe que quiso decir . E imagino que Pedro tampoco interpretó correctamente aquel gesto negativo . ¿ Se refería el discípulo a la ausencia del cadáver o trataba de explicarle  que no había tenido ni tiempo ni oportunidad de penetrar en la gruta ?
Pesadamente  , sin dejar de jadear  , con un mal disimulado disgusto que hacía  más pronunciadas  las arrugas de su rostro , Simón  se fue hacia su amigo  y , sin mediar pregunta  o comentario por ninguna de las dos partes , se lanzó peldaños abajo . A mitad de camino  , al descubrir  el negro orificio  de entrada  , titubeó . Fue una décima de segundo . Y , como un meteoro  , se puso de rodillas , entrando en tromba  en el sepulcro . Juan , perplejo y admirado ante el indudable valor de su compañero , no se movió .
No había transcurrido ni un minuto  cuando vi aparecer la calva del galileo . Esta vez , su salida de la cueva fue  lenta y cansina .  Tanto Juan como yo estábamos  pendientes  de su faz  y de su posible reacción  . Se incorporo  con dificultad  y , con pasos  tambaleantes  , sin despegar los labios  , fue a buscar acomodo en la roca  que servía  de protección  a la boca del pozo  y que , como dije , se hallaba tumbada  frente a la fachada  de piedra del panteón  . Sus ojos  claros  estaban fijos en ninguna parte  . Parecía hipnotizado . Pálido y ajeno a cuanto le circundaba .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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