Fue a eso de las diez de la noche . Yo me había retirado a descansar cuando , de improviso , se presentó en la tienda uno de los vigilantes israelíes . Curtiss me reclamaba . En un primer momento imaginé que se trataba de algunas comprobación técnica . Pero al observar que nos dirigiamos al portón de la empalizada , mi curiosidad volvió a excitarse . Al proporcionarme el santo y seña , el judío me señaló en dirección al palacio del Norte , explicándome que el general y otro compañero me aguardaban junto a la terraza superior . Un tanto alarmado , dirgí mis pasos hacia el sector en cuestión . Allí , en efecto , relajados y en animada charla , encontré a mi hermano y al jefe de la operación .
Al verme , Curtiss me invitó a tomar asiento junto a ellos , sobre el suelo de la terraza . Y bajo el blanco silencio silencio de miles de estrellas , en un tono dulce , casi suplicante , me rogó que antes de partir colmara un íntimo deseo , materialmente ahogado hasta ese momento por las circunstancias :
- ¡ Háblame dee Él !
Ciertamente , los azarosos acontecimientos que nos habían envuelto desde que posáramos el módulo en el hangar de la mezquita de la Ascensión , sus viajes y el traslado a Masada nonos habían permitido un sereno y reposado cambio de impresiones sobre el increible personaje , motivo de nuestro primer << salto >> . Y aunque me sentí feliz al poder hablar de Jesús de Nazaret , de sun rotundo atractivo humano , de sus palabras y de su fascinante personalidad , tuve especial cuidado en no mostrar una excesiva vehemencia . La sagacidad del general no tenía límite y un error en este sentido , revelando mi entusiasmo por Él y poniendo en duda nuestra obligada objetividad como << exploradores de otro tiempo >> , habría tenido quizá unas repercusiones más severas que las del descubrimiento de Edwards . Es más . Curándome en salud , manifesté ciertas dudas en torno a su pretendida resurrección , añadiendo , con toda intención , que << la nueva exploración podría resultar altamente esclarecedora en este sentido >>.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Al verme , Curtiss me invitó a tomar asiento junto a ellos , sobre el suelo de la terraza . Y bajo el blanco silencio silencio de miles de estrellas , en un tono dulce , casi suplicante , me rogó que antes de partir colmara un íntimo deseo , materialmente ahogado hasta ese momento por las circunstancias :
- ¡ Háblame dee Él !
Ciertamente , los azarosos acontecimientos que nos habían envuelto desde que posáramos el módulo en el hangar de la mezquita de la Ascensión , sus viajes y el traslado a Masada nonos habían permitido un sereno y reposado cambio de impresiones sobre el increible personaje , motivo de nuestro primer << salto >> . Y aunque me sentí feliz al poder hablar de Jesús de Nazaret , de sun rotundo atractivo humano , de sus palabras y de su fascinante personalidad , tuve especial cuidado en no mostrar una excesiva vehemencia . La sagacidad del general no tenía límite y un error en este sentido , revelando mi entusiasmo por Él y poniendo en duda nuestra obligada objetividad como << exploradores de otro tiempo >> , habría tenido quizá unas repercusiones más severas que las del descubrimiento de Edwards . Es más . Curándome en salud , manifesté ciertas dudas en torno a su pretendida resurrección , añadiendo , con toda intención , que << la nueva exploración podría resultar altamente esclarecedora en este sentido >>.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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