domingo, 10 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 28 de abril , viernes - año 30 - ( 25 )

Ruth , intrigada por el inesperado relevo en las parhulas y por el no menos extraño alejamiento de aquel griego , lanzó varias miradas hacia quien esto escribe . Finalmente , obedeciendo obedeciendo uno de sus espontáneos impulsos , se detuvo , esperándome . El grupo de las angarillas , pendiente del convulso terreno , no se percató de su alejamiento.
Y la << pequeña ardilla >>  me acogiócon una dulce sonrisa . Y señalando el paño que ceñía la frente se interesó por mi salud . Fue una manera , como otra cualquiera , de romper el incómodo silencio .
La observé  complacido y , disimulando mi inquietud , encarrilé la conversación hacia lo primero que me vino al pensamiento . Y durante algunos minutos , la paciente mujer escuchó toda suerte de elogios  hacia la magnífica naturaleza que atravesábamos  . Nunca me distiguí por el conocimiento de la compleja personalidad femenina . Y en esta oportunidad tampoco fui capaz de detectar las verdaderas intenciones de mi acompañante . Y como un estúpido continué hablando y hablando de las fragantes cúpulas verdinegras de algarrobos y robles , de la tormentosa y espléndidas barrancas que dejábamos  a uno y otro lado y de las escandalosas urracas o de las asustadizas chochaperdices que despegaban a nuestro paso .
Hasta que , agotado el repertorio , la joven , tomándome del brazo con delicadeza , me atravesó con sus radiantes ojos verdes , desembarcando sin rodeos en el problema que me consumía .
¡ Cuán fino instinto el de las mijeres !
Y gratamente sorprendido , no supe ni quise mentir . Y abriendo el corazón le expresé lo que sabía , añadiendo hasta que punto me sentia desolado y agradecido.
Ruth no pareció molesta ni contrariada por aquella revelación . Todo lo contrario . Su mirada se remansó , limitándose a presionar mi brazo con los largos y finos dedos . Y aquel fervor fue mutuo.
Durante un tiempo avanzamos en silencio . Un silencio cálido , limpio y entrañable , discretamente amparado por el rumor de las aguas en la canalización a cielo abierto que abría paso , con nosotros , entre la espinosa vegetación y las boscosas vaguadas.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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