Si todo iba bien ,la captura de los ariscos animales se prolongaría , al menos , durante veinte o treinta minutos . Y aprovechando la estimable ventaja , regresé a la barrera que cortaba la calzada , centrándome en los dos penascos previamente seleccionados . Como medida precautoria fui a situarme al otro lado de las rocas ( en el flanco que miraba a Tiberíades ) , pero sin perder de cara a los escasos felah que permanecian junto al asno desmallado. Y recostándome en el farallón , puse manos a la obra . Pulsé de nuevo el láser de gas . elevando la potencia hasta los ocho mil vatios . Y extremando las precauciones ( la ausencia de las << crótalos >> me obligaba una vez más a manejar la vara sin visualizar el << cilindro >> infrarojo ), dirigí el << chorro de fuego >> hacia la calcita , iniciando el corte de la primera piedra . Cada roca sería cuarteada transversalmente . Estimé que tres tajos eran suficientes .
Según mis cálculos , el poderoso << bisturí >> , trabajando a una velocidad de cinco centímetros por segundo , podía trocear cada uno de los bloques en sesenta o setenta segundos . De esta forma , una vez seccionados , podrían ser removidos con rapidez , habilitándose un paso de casi metro y medio de holgura .
Y con los cinco sentidos repartidos entre el láser y los caravaneros rematé la primera de las divisiones . El dióxido de carbono , implacable , acometió el siguiente corte . Pero , de improviso , a mis espaldas , en la dirección de Tiberíades , escuché un apagado rumor . Y contrariado descubrí en la distancia a un grupo de individuos que avanzaban hacia nosotros . Procuré serenarme . El recodo por el que acababan de aparecer se hallaba a unos quinientos metros . Eso significaba un margen de tres o cuatro minutos hasta que arribaran a la barrera rocosa .
Aumenté el nivel a quince mil vatios y el invisible y silencioso flujo devoró prácticamente la blanda caliza .
Segundo peñasco .
Las dos primeras tajaduras fueron resueltas en algo menos de un minuto . Pero las cosas parecían empeñadas en complicarse .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Según mis cálculos , el poderoso << bisturí >> , trabajando a una velocidad de cinco centímetros por segundo , podía trocear cada uno de los bloques en sesenta o setenta segundos . De esta forma , una vez seccionados , podrían ser removidos con rapidez , habilitándose un paso de casi metro y medio de holgura .
Y con los cinco sentidos repartidos entre el láser y los caravaneros rematé la primera de las divisiones . El dióxido de carbono , implacable , acometió el siguiente corte . Pero , de improviso , a mis espaldas , en la dirección de Tiberíades , escuché un apagado rumor . Y contrariado descubrí en la distancia a un grupo de individuos que avanzaban hacia nosotros . Procuré serenarme . El recodo por el que acababan de aparecer se hallaba a unos quinientos metros . Eso significaba un margen de tres o cuatro minutos hasta que arribaran a la barrera rocosa .
Aumenté el nivel a quince mil vatios y el invisible y silencioso flujo devoró prácticamente la blanda caliza .
Segundo peñasco .
Las dos primeras tajaduras fueron resueltas en algo menos de un minuto . Pero las cosas parecían empeñadas en complicarse .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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