jueves, 14 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 28 de abril , viernes - año 30 ( 44 )

La primera advertencia llegaría justamente en aquellos trecientos metros que me separaban de la vía romana  . Pero los reflejos fallaron . No fui capaz de interpretar el vocerío de los caravaneros que , al parecer , advertía de algo relacionado con una << tormenta >> . Los felah  que partían de la costa  , al cruzarse con las reatas y los caminantes que , como yo , se dirigían a Tiberíades , hablaban con excitación de << piedras >> y << lluvias >> . Pero , como digo , no estuve lo suficientemente atento . Y proseguí despreocupado . El día era radiante  . ¿ Una tormenta ? Imposible . El horizonte  aparecía despejado , con una visibilidad prácticamente ilimitada . E inocente , fui aproximándome al cruce , más pendiente del gentío que se divisaba frente a la puerta de la ciudad que de los comentarios  de los viajeros.Y aunque estas aglomeraciones a las entradas de los núcleos amurallados formaban parte del paisaje habitual , en previsión de cualquier contingencia , extremé la cautela . La curiosidad, sin embargo , sería más fuerte que mis buenas y sanas intenciones .
Al pisar las grandes placas negras de basalto que pavimentaban la calzada me sentí atraído por los nutridos grupos de hombres y animales que permanecían al pie del muro de piedra de quince metros de altura que cercaba la población . Consulté el sol . Tenía tiempo de sobra . Faltaban unas cinco horas para el ocaso . Y deseoso de echar un vistazo , abandoné la << vía maris >> , salvando el medio centenar de pasos que me separaban de aquel pintoresco y multicolor universo.
La puerta << norte >> aparecía coronada por un soberbio arco , trabajado también en roca basáltica , que volaba a diez metros del suelo de muralla a muralla . En el centro había sido entronizada la diosa protectora de Tiberíades : << Tyche >> , hija de Zeus , conocida también como Fortuna . La hermosa estatua , en mármol blanco , sostenía una esfera en la mano derecha y el cuerno de la abundancia en la izquierda.
E intrigado fui a mezclarme en aquel caos . Y viví unas escenas que también fueron conocidas y experimentadas por el Hijo del Hombre .
Al momento me vi asaltado por una legión de . Mendigos  auténticos y , por supuesto , fingidos . Mendigos siempre a la greña . Poco podía ofrecerles  . Así que , aburridos de clamar a mi alrededor , terminaron por olvidarme , maldiciendo , eso sí , mi supuesta tacañería
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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