Sabiendo que la partida de la << cuna >> fue registrada en el ordenador a las 9 horas y que el tiempo empleado normalmente hasta Saidan no debía superar una hora y media , ¿ Cómo es que la conexión se producía a las 10 y a medio camino de la aldea ? No quise inquietarle . E improvisé una escusa que , en parte , se acercaba a la verdad : me entretuve valorando la idea de un posible cambio del aureus . No quedó muy convencido e insistió en que multiplicara la prudencia , al menos hasta la puesta a punto del << tatuaje >>.
Y reconociendo la sensatez de sus palabras , me introduje en el cerrado bosque de álamos y tamariscos . El súbito frescor me relajó . Y durante un corto trayecto disfruté de la rumurosa espesura . Los grises - casi blancos - troncos de los álamos se estiraban desafiantes hasta treinta metros de altura , tejiendo una bóveda verde , púrpura , amarilla y rosa . Por debajo , más humildes pero igualmento bellos , se apretaban los tamariscos , de tres a seis metros , de troncos múltiples , ramificados desde la base y vestidos de oscura ceniza . Las hojas , pequeñísimas , casi escuamiformes , competían en un verde glauco con los largos y colgantes penachos de florecillas rosas que rematanban el ramaje horizontal , en permanente disputa con la sobria verticalidad de sus hermanos , los álamos .
Pero la paz se vio interrumpida por un súbito crujido . Sonó nítido a mis espaldas . Y me volví , imaginando que podía tratarse de algún animal o otro caminante .
Inspeccioné la senda que garrapateaba entre los árboles , pero no acerté a descubrir al responsable del sonido . Y no concediéndole mayor importancia reanudé la marcha .
Instantes despues , sin embargo , un sordo cuchicheo me puso en guardia . Giré de nuevo sobre los talones y a cosa de veinte pasos creí distinguir una sombra que se ocultaba precipitadamente tras uno de los corpulentos álamos . El instinto , acompañado de un escalofrío , me advirtió que algo no iba bien . Extraje lentamente las << crótalos >> y las adapté a los ojos . Y los colores fueron nuevamente << traducidos >> por mi cerebro . El blanco de los troncos se tornó plata , el verde surgió rojo y naranja y el azul del cielo más oscuro y marino .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y reconociendo la sensatez de sus palabras , me introduje en el cerrado bosque de álamos y tamariscos . El súbito frescor me relajó . Y durante un corto trayecto disfruté de la rumurosa espesura . Los grises - casi blancos - troncos de los álamos se estiraban desafiantes hasta treinta metros de altura , tejiendo una bóveda verde , púrpura , amarilla y rosa . Por debajo , más humildes pero igualmento bellos , se apretaban los tamariscos , de tres a seis metros , de troncos múltiples , ramificados desde la base y vestidos de oscura ceniza . Las hojas , pequeñísimas , casi escuamiformes , competían en un verde glauco con los largos y colgantes penachos de florecillas rosas que rematanban el ramaje horizontal , en permanente disputa con la sobria verticalidad de sus hermanos , los álamos .
Pero la paz se vio interrumpida por un súbito crujido . Sonó nítido a mis espaldas . Y me volví , imaginando que podía tratarse de algún animal o otro caminante .
Inspeccioné la senda que garrapateaba entre los árboles , pero no acerté a descubrir al responsable del sonido . Y no concediéndole mayor importancia reanudé la marcha .
Instantes despues , sin embargo , un sordo cuchicheo me puso en guardia . Giré de nuevo sobre los talones y a cosa de veinte pasos creí distinguir una sombra que se ocultaba precipitadamente tras uno de los corpulentos álamos . El instinto , acompañado de un escalofrío , me advirtió que algo no iba bien . Extraje lentamente las << crótalos >> y las adapté a los ojos . Y los colores fueron nuevamente << traducidos >> por mi cerebro . El blanco de los troncos se tornó plata , el verde surgió rojo y naranja y el azul del cielo más oscuro y marino .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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