Pero el sirviente , silencioso testigo de mi inútil intento , conmovido quizá por la desazón que endurecía mi semblante , se movilizó súbitamente . Y quien esto escribe observó sus movimientos por pura inercia . Una vez en pie , procurando no ser visto por la familia , hizo un guiño , invitándome a que me reuniera con él . Y le vi alejarse hacia el verde luminoso que amurallaba el calvero . Dejé que se adentrara en el bosque de terebintos y , al comprobar que se disponía a orinar , me excusé , siguiendo sus pasos y su ejemplo .
Y en esta poco ortodoxa actitud fui informado de las claves de aquel enigma .
La verdad , de nuevo , , resultó más simple de lo que habia imaginado .
Según mi confidente , todo arrancó a raíz de una indiscreción de la propia María . Al entrar en Nazaret - en un muy humano deseo de compartir las experiencias vividas en el accidentado viaje desde el yam -, la Señora , entre otros sucesos , relató a los vecinos el difícil y emotivo parto al que asistió en el encuentro con la caravana mesopotámica . Y llevada de la alegría e inocencia , proporcionó todo lujo de detalles . Y quizá por descuido o por su natural re`pulsión hacia la mentira , fue a narrar los hechos tal y como sucedieron . Segundo error . Al explicar cómo se vio forzada a reemplazar al paralizado Jasón , no cayó en la cuenta de algo que , al fin y a la postre , desencadenaría las iras del Zebedeo : hasta esos momentos , para los discípulos que nos acompañaban en aquella ocasión ( Juan y Natanael ) , el único artífice del feliz alumbramiento era este griego de Tesalónica . María , como se recordará , generosa y prudentemente , supo guardar silencio sobre mi aparente cobardía . Cuando el hecho fue conocido por Juan Zebedeo , caliente aún en su memoria el incidente con la serpiente que atacó a Natanael , su cólera se desbordó.
Y la narración de María - como era de prever - terminó filtrándose hasta llegar a oídos del Saduceo .
Pero , sinceramente , no alcanzaba a comprender . ¿ Dónde estaba el pecado ?
- Muy simple - aclaró David -. La Ley es inflexible : una israelita no debe prestar ayuda en el parto a una gentil porque , de esa manera , participa en el nacimiento de un nuevo idólatra .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y en esta poco ortodoxa actitud fui informado de las claves de aquel enigma .
La verdad , de nuevo , , resultó más simple de lo que habia imaginado .
Según mi confidente , todo arrancó a raíz de una indiscreción de la propia María . Al entrar en Nazaret - en un muy humano deseo de compartir las experiencias vividas en el accidentado viaje desde el yam -, la Señora , entre otros sucesos , relató a los vecinos el difícil y emotivo parto al que asistió en el encuentro con la caravana mesopotámica . Y llevada de la alegría e inocencia , proporcionó todo lujo de detalles . Y quizá por descuido o por su natural re`pulsión hacia la mentira , fue a narrar los hechos tal y como sucedieron . Segundo error . Al explicar cómo se vio forzada a reemplazar al paralizado Jasón , no cayó en la cuenta de algo que , al fin y a la postre , desencadenaría las iras del Zebedeo : hasta esos momentos , para los discípulos que nos acompañaban en aquella ocasión ( Juan y Natanael ) , el único artífice del feliz alumbramiento era este griego de Tesalónica . María , como se recordará , generosa y prudentemente , supo guardar silencio sobre mi aparente cobardía . Cuando el hecho fue conocido por Juan Zebedeo , caliente aún en su memoria el incidente con la serpiente que atacó a Natanael , su cólera se desbordó.
Y la narración de María - como era de prever - terminó filtrándose hasta llegar a oídos del Saduceo .
Pero , sinceramente , no alcanzaba a comprender . ¿ Dónde estaba el pecado ?
- Muy simple - aclaró David -. La Ley es inflexible : una israelita no debe prestar ayuda en el parto a una gentil porque , de esa manera , participa en el nacimiento de un nuevo idólatra .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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