jueves, 7 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 28 de abril , viernes - año 30 - ( 13 )

E insisto : es injusto que los evangelistas silenciaran este penoso suceso . ¿ Por qué no mencionaron la destrucción del taller de carpintería del Maestro ? ¿ Por qué no hablaron de aquella mortal oposición de buena parte de Nazaret hacia la familia del Resucitado ? E instintivamente fijé mi atención en Juan Zebedeo . Caminaba con lentitud  , pero notablemente repuesto de su reciente trauma . Como creo haber relatado en anteriores oportunidades , la incorregible  vanidad de este íntimo de Jesús  le acompañaría toda su vida  . Y apostaría  lo poco que me resta para la muerte  a que esta lementable  << desinformación >> tuvo que ver con ese afán de ocultar los pasajes en los que su imagen no salía precisamente airosa . Pero este vicio no fue exclusivo del << hijo del trueno >> . Más adelante tendría ocasión de presenciar otros acontecimientos - de mayor y menor calado - que resultarían igualmente silenciados o intencionadamente deformados por los propios apóstoles .
A la altura de la fuente , al ver junto a las aguas a un madrugador corro de matronas que se apresuraban en el llenado de puntiagudas vasijas , Ruth cubrió su cabeza con el negro manto , ocultando el rostro . Y aceleró el paso hasta situarse al costado de la Señora  . Unas crueles y mal contenidas risitas encendió al Zebedeo . Y , volviéndose , las desafió con la mirada . Pero Santiago , con un escueto gesto de cabeza , le forzó a reanudar la marcha .
Y poco a poco la exuberante vega que despertaba entre las rosadas colinas fue quedando atrás.
El cielo , azul y cristalino , presagiaba una jornada sin sobresaltos .
Y mis ojos y mi corazón se despidieron con pesar del altivo palmera que ponía orden en el polvoriento sendero de acceso a la aldea .
¿ Cuándo regresaría ? Imposible saberlo en aquellos dolorosos momentos .
Y dejándome llenar por una singular emoción - a ratos suave y nostalgica , a ratos erizada de rencor -, me detuve unos instantes , robando la imagen de aquella Nazaret blanca , arisca y agazapada en la falda del Nebi Sa´in . Un humo virgen e indefenso huía - como nosotros - de la aldea , construyendo finas y falsas columnas sobre los terrados y despidiéndonos a su manera . Y a lo lejos , más allá de las cohortes de viñas y olivos , ajenos a todo , los bosques de nogales y slgarrobos pintaban un horizonte verde y severo . Y me prometí a mí mismo que yo sí daría fe de cuanto había vivido y conocido entre aquellos ingratos e indiferentes notzrim ( nazarenos )
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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