domingo, 17 de abril de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - 28 de abril , viernes , año 30 ( 54 )

El jumento que yacía en tierra se recuperó y los caravaneros , tras enderezar la carga , dejaron de prestarle atención . Si alguno se acercaba , me vería obligado a suspender la operación .
Más complicaciones . Al volver el rostro comprobé desolado cómo el pelotón - alrededor de treinta hombres - se aproximaban a mayor velocidad de lo que había estimado . Y ocurrió lo inevitable .
Alertados por el clamor de la cuadrilla , burreros y felah se apresuraron a caminar hacia mi posición . Aguanté unos instantes , tratando de rematar el sexto y último tajo . Por fortuna  se decidieron por la peña más alya . Treparon y , al identificar a los que marchabvan por la calzada , estallaron en gritos de júbilo . Eran los hodopoioí , los << peones camineros >> - gentiles en su mayoría  - encargados de despejar la ruta .
La presencia de los funcionarios públicos desvió momentáneamente las miradas . Y este explorador - más muerto que vivo - pudo concluir su trabajo .
El éxito , sin embargo , no fue redondo .
¿ Cuánto tiempo llevaba allí , frente a quien esto escribe ? Probablemente muy poco . La cuestión es que , al levantar la vista del bloque de calcita , fui a descubrir el atónito semblante del cojo . Parecía hipnotizado por el simétrico troceado de las piedras . Y soltando la muleta , se arrojó sobre los restos de los peñascos . Los palpó , los examinó y percibió el débil calor del últomo corte .  Y comprobó , en efecto , que no se trataba de un sueño . La perfección del láser no dejaba lugar a dudas . << Aquello >> no era accidental .
Y tras una rápida reflexión clavó los vivos ojillos en los de este no menos aturdido griego . Bien sabe Dios que procuré desimular . Pero una inoportuna sonrisa de circunstancias - muy próxima a la estupidez - terminó delatándome . Y reaccioné sin demasiada precisión , poniendo tierra de por medio . Buscar una excusa habría sido una pérdida de tiempo y un insulto a la inteligencia de aquel hombre . Y saltandosobre << mi obra >> me alejé sin mirar atrás . Las reatas , reorganizadas poco a poco , retornaban junto al desprendimiento.
Pero la << huida >> fue breve . El Destino no había dicho la última palabra .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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