La mayoría de los presentes , adelantándose a las palabras de Santiago , bajó los ojos , rendida ante la evidencia . La Señora , con la cabeza reclinada en el regazo de la << pequeña ardilla >> , no quiso o no pudo replicar . Su hijo hablaba con razón .
- Entiendo - prosiguió rotundo - que el padre ha sido sificientemente claro . No debemos continiar en la aldea . Lo ocurrido aquí , esta noche , es una viva manifestación de su voluntad...
Y sorprendido ante su propia seguridad dudó unos instantes . Pero , rehaciéndose , se dejó llevar por lo que la dictaba el corazón y el sentido común :
- No conviene , no es bueno , ni para nosotros ni para la obra que inició nuestro Hermano , que permanezcamos en Nazaret . Asumo personalmente esta responsabilidad y os pido que me comprendáis u me ayudéis .
Y dirigiendo al mirada hacia la techumbre - imitando el gesto de su madre en el valiente pronunciamiento de la noche anterior - reforzó sus palabras :
- En estos difíciles momentos creo interpretar , e interpretar bien , el deseo de nuestro Padre Celestial .Poco más pudo añadir . Evidentemente , la situación había entrado en una fase insostenible y de no retorno que aconsejaba ceder con astucia e inteligencia . De reistir , la hostilidad del jefe del consejo local y de los antiguos enemigos del Maestro podría haber desembocado en otros males de peor naturaleza .
Y de común acuerdo , Santiago y Jacobo trazaron un plan que debería ser ejecutado sin dilación : al amanecer , reunidas las provisiones y pertenencias imprescindibles , todos - a excepción de Miriam , Esta , Rebeca , el albañil y los hijos de ambos matrimonios - partirían hacia Caná . El grupo encabezado por Jacobo lo haría en dirección a Seforis , donde permanecería bajo la protección de la casa de Rebeca .
No hubo oposición . El Zebedeo continuó amurallado en el mutismo y David por su parte , expresó su complacencia ante la bondad y generosidad de la familia , que le permitía seguir a su lado y correr la misma suerte . Respecto a este explorador , la prudente decisión me tranquilizó . En buena medida por el hecho de no tener que viajar hacia el lago con la sola compañía del recalcitrante Juan Zebedeo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- Entiendo - prosiguió rotundo - que el padre ha sido sificientemente claro . No debemos continiar en la aldea . Lo ocurrido aquí , esta noche , es una viva manifestación de su voluntad...
Y sorprendido ante su propia seguridad dudó unos instantes . Pero , rehaciéndose , se dejó llevar por lo que la dictaba el corazón y el sentido común :
- No conviene , no es bueno , ni para nosotros ni para la obra que inició nuestro Hermano , que permanezcamos en Nazaret . Asumo personalmente esta responsabilidad y os pido que me comprendáis u me ayudéis .
Y dirigiendo al mirada hacia la techumbre - imitando el gesto de su madre en el valiente pronunciamiento de la noche anterior - reforzó sus palabras :
- En estos difíciles momentos creo interpretar , e interpretar bien , el deseo de nuestro Padre Celestial .Poco más pudo añadir . Evidentemente , la situación había entrado en una fase insostenible y de no retorno que aconsejaba ceder con astucia e inteligencia . De reistir , la hostilidad del jefe del consejo local y de los antiguos enemigos del Maestro podría haber desembocado en otros males de peor naturaleza .
Y de común acuerdo , Santiago y Jacobo trazaron un plan que debería ser ejecutado sin dilación : al amanecer , reunidas las provisiones y pertenencias imprescindibles , todos - a excepción de Miriam , Esta , Rebeca , el albañil y los hijos de ambos matrimonios - partirían hacia Caná . El grupo encabezado por Jacobo lo haría en dirección a Seforis , donde permanecería bajo la protección de la casa de Rebeca .
No hubo oposición . El Zebedeo continuó amurallado en el mutismo y David por su parte , expresó su complacencia ante la bondad y generosidad de la familia , que le permitía seguir a su lado y correr la misma suerte . Respecto a este explorador , la prudente decisión me tranquilizó . En buena medida por el hecho de no tener que viajar hacia el lago con la sola compañía del recalcitrante Juan Zebedeo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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